j - Memoria Chilena

Se trataba, ahora, de la contra suprema, la de-
fensa total del cuerpo y el espiritu, la Gran Cruz In-
ca Nazareno, de siete metales, que vendia envuelta
en un trapito granate.
Per0 no la daba sola, no. Comenz6 a hablar de
hojas de afeitar.
Buena es la GiZZette. Bilen bum es la hoja
Persona, per0 mi hoja las gana a Mas en un punto:
lleva un bado de acero imantado en el filo.
Empezaba la cosecha. Ademas de la poderosa
Gran Cruz Inca Nazareno, hecha con siete metales,
y la hoja de afeitar, regalaba una peineta, un peda-
cito de piedra imhn y un paquetito de hierbas mitad
chilenas y mitad bolivianas, como 61 mismo.
La parte artfstica de aquel nlrunero habia ter-
minado. Caucamiin se fue acercando a otra rueda.
Un mentalista elegante, de vistosa corbata, domina-
ba a voluntad a1 ptiblico ingenuo, con frases riipidas
e insolentes.
El adivinador, profesor Morales, conversaba en
voz baja con una cliente y despuCs se dirigia a una
mujer de pel0 tefiido, sentada en una silla de playa,
con la vista vendada.
-A ver, Miss Aurea, sea explicita. . . Nada de
sentimentalismos.. . Ante todo la franqueza y la ver-
dad pura. . . Gusted conoce mentalmente a esta se-
fiorita? &Sf? Muy bien. . . Diganos su nombre.
Miss Aurea, con voz extrafia, memorizada y com-
puesta, respondia rhpidamente, bajando el tono a1
final de la frase:
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