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le ocasionaba un estado de Animo Que no llegaba a<br />
explicarse. Un dulce abandon0 er6tico le inmovilizaba<br />
10s mdsculos.<br />
Algunas mujeres rubias, de aire extranjero, se<br />
sentaban en 10s bancos para leer o tejer. ,Las observaba<br />
con muda solicitud y desesperada atenci6n.<br />
“~Qu6 se van a fijar en mi? -pensaba-. Mal<br />
vestido y con cara de indio. . . Y .estas niiieras son<br />
mAs orgullosas que las propias patronas.”<br />
, El paseo con sus verdes prados ondulantes, la<br />
belleza de las mujeres y de 10s edificios, el aire arm1 y<br />
distinguido de la maiiana, todo se le precipitaba en<br />
un sutil veneno que lo dejaba triste. Sentiase pobre<br />
y profundamente pampino, de aquella tierra dura,<br />
sin Arboles ni casas suntuosas. El Parque y sus habi-<br />
tanks eran lo que nunca llegaria a ser 61, lo que<br />
jamAs veria en su lejana tierra nortina, separada de<br />
todo lo amable y placentero.<br />
“Est0 me pasa por quedarme smt.aido”, gruiiia.<br />
Lanzaba una filtima mirada de admiraci6n a1<br />
rosado Palacio de Bellas Artes y a1 trote liviano co-<br />
rria junto al rio, rumbo a la Estacidn Mapocho. Era<br />
la segunda parte del programa. El sol ya castigaba<br />
un poco cuando Caucamkn, con el mismo itinerario<br />
de sus mafianas anteriores, lleg6 a la pergola de las<br />
floristas, junto a la Piscina Escolar.<br />
ObservC, una vez m&s el trabajoi lent0 de 1% mo-<br />
iiudas y robustas mujeres que confeccionaban rami-<br />
tos, coronas, cruces y corazones, con cardos teiiidos<br />
de azulino o morado.<br />
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