j - Memoria Chilena

Las reinas y vicerreinas repartian a 10s pdgiles
entradas para sus bailes y proclamaciones.
Caucamhn regres6 a 10s camarines para vestirse.
Cuando .volvi6 a1 palco de 10s boxeadores, el desfile
monhrquico de las bellezas y simpatias habia concluido
y el anunciador daba 10s nombres de la ‘primera
pelea oficial de la noche.
El nortino apenas p0di.a apreciar 10s detalles
thcnicos de la lucha. Su preocupaci6n era el pfiblico.
Los santiaguinos le pamian burlanes y malintencionados.
Jurados y delegados, junb a1 ring, en zlll recinto
rectangular que la galeria nombraba “El corral de
10s chanchos”, recibian sonrientes toda clase de insultos.
- iViejos ladrones !
Si el fall0 era absurd0 o imppular, la galeria les
lanzaba una lluvia dle rnonedas y listones. Be encendian
las luces antes que m~enudearan Is botellas vacias,
mientras 1- sefiom del jurado rse cubrian,
graciosmente, la cabeza con Ias mmos.
Caucamhn de buenas ganas hubiera regresado
a1 hotel. Aquel ambiente era demasiado duro y agresivo
para sus nervios.
En el intermedio, el anunciador pidi6 un momento
de silencio para presentar las viejas glorias
del pugilism0 nacional. Apagadas las luces laterales,
bajo los reflectores del ring se destacaron Ias figuras
rotas y cansadas de aquellos mismos hbroes que
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