j - Memoria Chilena

invitaci6n se tira a1 suelo. No pega nada. Es d6bil de
arriba y de abajo. Viene por el puro paseo. Cuando
suene la campana, despu6s del saludo, se le tira en-
cima y lo arrincona. Tire derechos e izquierdos y na-
da de largona. No le d6 confianza. Hay que explotarle
el miedo. En cuanto el &rbitro 10s separe, vuelva a1
ataque.
Caucamh escuchaba con la cabeza baja, asin-
tiendo sin palabras.
AJ subilr al ring tuvo la impresibn de que el con-
trario lo observaba con temor. Se trataba de un gor-
dit0 de cara astuta y comprensiva. Salu’d6 con
exagerada lcortesia, la cara abierh en una son;risa
amable.
Caum6.n no lo habia visto pelear, porque Son-
risita le prohibia mistir a, las peleas dle 10s pesados.
Cuando la rueda nocturna llegaba a la altura de 10s
medianos o medios pesados, se iba a1 hotel, a dormir.
“Otro gordito y van dos -se dijo, recuperando
confianza y seguridad-. No puedo quejarme.”
Despu6s de recibir las instrucciones del Arbitro
sobre golpes bajos y aperturas de clinch, al volver a
su rincbn, Guti6rrez insisti6:
-Ya sabe, Caucamkn. No alargue. P6guele un
par de charchams, y antes de un cuarto de hora est&
en el hotel.. . Golpee, de preferencia, a1 cuerpo.. .
En cuanto lo sienta d6bi1, lo cruza arriba.. . Usted es
rhpido. . , No lo deje bailar ni arrancarse. &Me en-
tiende?
-iBegundos, afuera!
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