j - Memoria Chilena

cio, per0 la voz antipktica del delegado iba en aumen-
to:
-Usted, Dominguez, es un mal dkportista y el
culpable de todo. Mafiana tiene que pelear y llega
borracho y de amanecida. Y mire c6mo trae a Can-
cinol. . . YO voy 8 dar cuentca en Maria de su conduc-
ta.. .
Dominguez sonreia indiferente y se pasaba a
I Cancino de un brazo a1 otro.
-Para qu6 tanta alharaca. . . Est0 le pasa a.
cualquiera. . . A1 Cancino le dio un aire. . .
-Claro, abe embotellado. . .
Apareci6 de pronto el duefio del hotel, un espafiol
gordo y colorado, pidiendo silencio a gritos:
-Est0 no puede seguir, sefior. No puede seguir ...
Es una casa respetable.. . No es hotel de gitanos. . .
Es la atima vez que acepto boxeadores de provincia.
. .
-dQuC pas6? -pregunt6 Caucamkn, cuando
Dominguez 11eg6 a1 tercer piso, oliendo a vino y trasnochada.
N o es para tanto., . . Se cur6 el Cancino y le dio
por golpear la puerta de JimCnez.. . Se equivoc6 de
pieza.. . Y.a lo acoshmos.. . El Cancino, para qu6
te digo. . . La revolvid en forma. . . Despub te cuen-
to.. .
Las hazafias de Dominguez terminaron mal. El
peso liviano perdi6 en 10s cuartos finales, brindando
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