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C . A P I T U L 0 VI11<br />
LA DESPEDIDA del gallo Canlcino puss en relaci6n<br />
mbs estrecha a 10s restos de la delegaci6n nortina.<br />
Ya s610 quedaban en la competencia Caucamiin<br />
y Dominpez. E2 pluma y el mosca babian sido elimi-<br />
nados en la tercera rueda, sin pena ni gloria. Se fes-<br />
tejaron por su cuenta despues de las peleas. A la ma-<br />
fiana siguiente voloian a1 norte cargados de fruta y<br />
paquetes surtidos.<br />
-Pelkenla hasta el ~ltimo. Llkvense un par de<br />
titulos a Maria -gritaban cuando partima el tren.<br />
Con Cancino la cosa era diferente. Vencedor de<br />
cuatro combates, habia perdido en una pelea estre-<br />
cha, de fallo discutido, frente a un finalista del afio<br />
anterior. El peso gallo de Maria Elena era muy nuevo<br />
y pintaba para campe6n a corto plazo.<br />
Por una vez, el delegado Jimenez quiso ser ama-<br />
ble e invit6 a 10s p6giles a un cafe de la calle Hukrfa-<br />
nos. Bajaron a un subterrkneo. El local era estrecho,<br />
entre columnas. Muy peinados y morenos, 10s tres<br />
nortinos se sentian inc6modos. Los mozos 10s miraban<br />
con indisimulado menosprecio.<br />
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