You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Caucamiin mir6 a Sonrisita. Ebte le indicaba un<br />
ataque implacable. Domfnguez, a su lado, era un remolino<br />
de golpes al aire.<br />
La cuenta lleg6 a cinco, en un chivateo ensordecedor.<br />
Los apostadores profesionales pedian cautela<br />
a1 estudiante.<br />
Caucamh lo volvi6 a llevar a las cuerdas. En docenas<br />
de golpes imprecisos acert6 dos derechazos netos,<br />
a1 est6mago. Ya lo tenia.. .<br />
Record6 un consejo de Dominguez: “Cuando el<br />
contrario est6 mareado, es mejor empujarlo que castigarlo”.<br />
Golpe6 y empuj6 a voluntad, per0 sin safia.<br />
El universitario se vino a1 suelo dos o tres veces mh.<br />
Las piernas se le doblaban en todas direcciones; de<br />
las narices le goteaba sangre. Estaba muy piilido y<br />
no atinaba sin0 *a cubrirse, esperando la campna<br />
salvadora. Caucazhh sonreia. El hrbitro, experhentamlo<br />
la derrota como propia, lanzaba miradas furiosas<br />
a1 nortino, llev&ndolo personalmente a su<br />
rinch, antes be iniciar la buenta. La galeria proteslaba.<br />
No fue necesario llegar a1 final. El universitario<br />
levant6 la mano, abandonando. Acto seguido se dej6<br />
caer sobre Caucamiin y lo abrazb.<br />
-Pega muy fuerte, amigo. Lo felicito.<br />
Agradeci6, niuy emocionado. Jamiis habia creido<br />
en aquel desenlace.<br />
Mientras se abrazaban, fueron fotografiados en<br />
el centro del ring, entre ovaciones atronadoras.