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El delegado trat6 de congraciarse. Hablaba de<br />
la magnffica impresib que habia causado el equipo<br />
de Maria Elena por su valentia y buena conducta.<br />
Tuvo expresiones alentadoras para Domhguez y Cau-<br />
caman. Cancino se habia comportado a gran altura<br />
y s610 un fallo absurd0 lo dejaba fuera de la compe-<br />
tencia.<br />
Escuchaban 10s pugiles con la cabeza baja. Aho-<br />
ra que las delegaciones estaban hechas tiras, 10s fu-<br />
tres se hacian amigos para asegurar el viaje del afio<br />
venidero.<br />
Una espafiola gorda, de peinetbn, cantaba acom-<br />
pafiandose con las castafiuelas. Despubs hub0 n be-<br />
ros argentinos y mexicanos. Caucaman escuchaba<br />
embobado y todos aplaudian con entusiasmo. Como<br />
broche de oro, %tu6 un duo chileno ejecutando to-<br />
nadas y cuecas con arpa y guitarra. Despacharon el<br />
chocolate helado con pajita y el delegado dio una<br />
gran propina.<br />
En la calle quedaron solos. A Jimknez lo espera-<br />
ban en la Federaci6n. Mientras se perdia por Hukrfa-<br />
nos, rumbo a1 cerro Santa Lucia, Dominguez propuso<br />
ir a El Buque.<br />
-Es temprano -insisti6 Domhguez-. Un dia<br />
es un dia. Nadie va a subir de peso, nos tomamos dos<br />
o tres cervezas y listo el bote. Hay que despedir a1<br />
Cancino.<br />
Se fueron por la calle Puente, sorteando las aglo-<br />
meraciones de las esquinas y el asmhtico trepidar de<br />
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