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“Que le corten la cubexa”,<br />
el Emperador ha dicho.<br />
El Padrenuestro que reza<br />
corta de la espada el fib.<br />
En la atima estampa aparecia el santo, en la<br />
postura que le conocia Caucam&n, vestido a la roma-<br />
na, con un libro abierto y una palma en las manos.<br />
Va hacia Dim; de la doctrina<br />
lleva en sus mums el lz’bro,<br />
mientras en la otra tiene<br />
la palm de su martirio.<br />
El pdgil dirigi6 sus pasos a la iglesia de Santo<br />
Domihgo para ver a San Pancracio en su altar. A la<br />
entrada, junto a la verja, se acerc6 a una vendedora<br />
de imggenes que discutia, vivamente, con un mu-<br />
chacho. El pugilista pidi6 una estampa y la novena<br />
del santo. Mientras le daba el vuelto, la santera, ma-<br />
dura y agraciada, le confi6 sus cuitas:<br />
-No.vendo nada, joven. Es la primera venta de<br />
la maiiana. Esa mujer que est& ahi se lleva todos 10s<br />
clientes. Debia darle verguenza. Es casada con un<br />
arquitecto rico y viven en el Barrio Alto, en casa pro-<br />
pia. ,El marido la pasa a buscar en autom6vil. . .<br />
La vendedora mostraba a una sefiora ellegante,<br />
de ait= orgulloso, que vendia libritos e imhgenes en<br />
la puerta prin’cipal.<br />
Sigui6 la santera reclamando, en voz alta, a un<br />
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