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Scherzo. Núm. 99

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ACTUALIDADGran BretañaCardiff. Welsh National Opera. Verdi:NabuccoLa Opera Nacional Galesa ocupa unapasición especial en la ópera británica.Fue la primera compañía profesionalque tuvo .su sede fuera de Londrescuando empezaron a funcionar en 1946,y desde un modesto comienzo han progresadohasta conseguir una reputacióninternacional, así ha revelado a varioscantantes que han conseguido famamundial. Comenzando con una dieta detitulas trillados .se distinguen actualmentepor su papt'l pionero, desempeñando unpapel principal en hacer populares acompositores comujanácek y Britten.El inicio de una más amplia reputaciónle.s llegó con .su Nabucco de 1952,que entonces no se había representadoproiesionalmente en Gran Bretañadesde hacía más de un siglo. Era unVERDI DEVALUADOmaterial ideal. Los públicos galeses seidentificaron con sus temas de ultraje yprotesta bíblicas contra la opresión igualque ocurrió durante el risorgimento enMilán en 1842 y sus espléndidos corashicieron plena justicia a la música deVerdi. Va, pemiem casi se convirtió enun segundo himno nacional gales.Para celebrar medio siglo de logrosla Opera Nacional (¡alesa está presentandonuevas producciones de algunosde sus primeros éxitos, comenzandocon Nabucco. Hubiera sido una granocasión De ahí que hubiera muchadecepción en el público debido a laproducción de Tini Albery.Hubo un valeroso intento de daractualidad a Sabucco, que fracasó. Lasfiguras del programa impreso nos decíanque las asirios llegarían armados conamias automáticas, Ahdallo, el ayudanteEFICACIAGtyndebourne. 23-VIII-95. Chaikovski: Pique Dame. Susan Bullock (Lisa), YuriMarusin (Hermán), Sergei Leiferkus (Conde Tomski), Dmitri Kharitonov (principeYeletski), Loui.se Winter (Paulina), Felicity Palmer (Condesa). Director de escena: GrahaniVick. Coro del Festival de Glyndeboume. Orquesta Filarmónica de Londres. Directormusical: Gennadi Rozhdestvenski.ReponíaGlyndeboume en su programaciónde este año la afortunadaproducción de Graham Vicky Andrew Da vis de La dama depicas chaikovskiana, ya a disposiciónde ios aficionados tras su paso avideo. Se trata de un montaje almismo tiempo de una sencillez notable,de una fuerte carga simbólica ensus elementos recurrentes -sobre todoen el tercer acto- y de una eficaciafuera de toda duda, lejos de centrarseen los fastos de lo accesorio ymoviéndose por el contrario en losterrenos de la pertinencia dramática.Cualquier reserva en ia resolución dealgunas situaciones -no, por ejemplo,la del suicidio de Usa, perfecta- hayque apuntaría también en el debe deun Chaikovski cuya única limitaciónen !a que es una de sus obras maestrassea tal vez el cerrar a veces concierta brusquedad lo que en Puschkines mucho más abierto, por más irónico,por más estrictamente narrativo,un poco como ocurre en su Oneguin.Yuri Marusin se ha hecho por elmundo adelante con el personaje deHermán, que domina con autoridaden lo vocal y aseo en lo escénico-Vick le obliga a dar la cara a vecesen exceso- y su prestación fue tanidónea como era de esperar. SusanBullock sustituía a una indispuestaNancy Gustafson, y lo hizo conbuena talla vocal, a pesar de quedar,como el ruso en su papel, algo cortaen lo expresivo -su abrazo con Hermánen el primer acto, arrodillados,no fue precisamente, por ninguna delas dos partes, un dechado de pasión.Sergei Leiferkus -cada día mejor cantantey mejor actor- fue un Tomskisiempre sensato observador de loque ocurre, mientras el aplaudidísimoDmitri Kharitonov construyó un gélidoYeletski, que más parecía pensaren aigún problema de intendenciapalaciega que en que le acabaran dequitar a su novia. La gran estrella dela velada fue, sin duda, Felicity Palmer,impresionante como Condesa,con una presencia apabullante y unavoz muy superior a lo habitual en unpapel generalmente reservado a lasviejas glorias. La escena de su muertefue inolvidable. Louise Winter es unacantante magnífica, con un desparpajoescénico muy de agradecer. Gennadi^Bozhdesrvenskisiguió la progresióndramática de la obra con verdaderofulgor -a veces transformado encierto furor- a una excelente Filarmónicade Londres. El Coro de Glyndeboumees un lujo del que todo !oque se diga es poco.LS.Nabucco en la Welsh National Operapersonal del rey de Babilonia, tocadocon una gorra de lanzador de pelotas.El vestuario no era de ningún períodoespecífico, e incluía capirotes del Ku-Klux-Klan. Aunque el esquema demovimientos cié Albery respondía conviveza a la partitura de Verdi, hubopocas señales de dirección en la caracterizaciónindividual, y regularmente seprodujeron confusiones entre Verdi y elpúblico. Al final, aunque hubo entusiasmopara los cantantes, hulx> un irritadoabucheo (cosa rara en Gales) cuandoapareció Albery.Musicalmente hubo momentosadmirables, pero en conjunto no hasido una de las más inspiradas ofertasde la Opera Nacional Calesa. Hubo queesperar casi hasta el final para escuchara un Verdi auténtico. Vino con Dio tigitida, una de las joyas que Verdi contanta frecuencia ofrece a las barítonos,que cantó Jonathan Summers, que fuela estrella de la velada.Willard Whitc hizo de su Zacarías unaimponente encamación de la ira del AntiguoTestamento. Janice Caims se enfrentóvalerosamente a los desafías de coloraturaque conlleva el papel de Abigail, pero sutimbre fue demasiado metálico. Clare Shearerfue una anónima Fenena, quizá comprensiblementeporque sustituyó en elúltimo minuto a Sara Fulgoni.El coro cantó con admirable ataquey unánime disciplina, particularmenteen Va, pensierv. Cario Rizzi dirigió conla urgencia y pasión correspondientes ala panitura, pero a veces tuvimos la .sensaciónque los tempi eran excesivos yhubo quiebras en la sincronización conel escenario. La orquesta tuvo su parteen los fallos, en especial en la obertura.Kenneth Loveland

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