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contra las lágrimas.<br />
—Adelante. Haz lo que quieras, Hana. No me importa.<br />
Tal vez se siente mal, porque su voz se suaviza un poco.<br />
—En serio. Lena. Deberías pensarte lo de venir. No nos vamos a meter en ningún lio, te lo prometo.<br />
—Eso no me lo puedes prometer —aspiro hondo deseando que deje de temblarme la voz—. Eso no<br />
lo sabes. No puedes tener ninguna seguridad de que no nos van a pillar.<br />
—Y tú no puedes seguir con tanto miedo todo el tiempo.<br />
Eso es. Se acabó. Me doy la vuelta rápidamente, furiosa. En mi interior se eleva algo profundo, negro<br />
y antiguo.<br />
—Por supuesto que estoy asustada. Y tengo razones de sobra para estarlo. Y si tú no lo estás es solo<br />
porque tienes una vida perfecta y una familia perfecta y para ti todo es perfecto, perfecto, perfecto. Tú no<br />
ves nada. Tú no sabes nada.<br />
—¿Perfecto? ¿Eso es lo que crees? ¿Que mi vida es perfecta?<br />
No levanta la voz, pero está muy enfadada.<br />
Me dan tentaciones de alejarme de ella, pero me obligo a quedarme donde estoy.<br />
—Sí, eso creo.<br />
De nuevo suelta una carcajada que parece un ladrido, una rápida explosión.<br />
—Así que tú crees que esto es lo máximo que podemos esperar de la vida, ¿no? —se gira<br />
completamente, con los brazos abiertos, como abarcando la habitación, la casa, el barrio.<br />
Su pregunta me sorprende.<br />
—¿Qué más hay?<br />
—Todo, Lena —sacude la cabeza—. Mira, no voy a pedir disculpas. Ya sé que tú tienes tus razones<br />
para estar asustada. Lo que le pasó a tu madre fue terrible…<br />
—No metas a mi madre en esto.<br />
El cuerpo se me pone tenso.<br />
—Es que no puedes seguir haciéndola responsable de todo lo que sientes. Murió hace más de diez<br />
años.<br />
La ira se apodera de mí como una niebla espesa que me traga. Mi mente se precipita sin control como<br />
si se deslizara sobre hielo, tropezando con palabras al azar. Miedo. Culpa. No olvidar. Mamá. Te amo .<br />
Y ahora me doy cuenta de que Hana es una serpiente: ha esperado mucho tiempo para decirme esto, ha<br />
esperado para introducirse reptando en lo más profundo y doloroso de mí ser y morderme.<br />
—Que te den —al final, esas son las únicas palabras que me salen.<br />
Alza los brazos.<br />
—Lena, escucha, solo te digo que tienes que olvidarte de eso. Tú no te pareces en nada a ella. Y no<br />
vas a terminar como ella. No lo llevas dentro.<br />
—Que te den.<br />
Está intentando ser amable, pero se me ha cerrado la mente y las palabras salen solas, atropellándose<br />
como una cascada. Me gustaría que cada una fuera un puño para poder golpearla en la cara. Bam, bam,<br />
bam, bam.<br />
—Tú no sabes nada sobre ella. Ni sabes nada sobre mí. Tú no sabes nada de nada.<br />
—¡Lena! —intenta agarrarme.