14.04.2017 Views

Delirium

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

mataderos casi no hay patrullas. Pero primero tengo que pasar por el West End, donde vive gente rica<br />

como Hana, atravesar Libbytown y cruzar el río Fore por el puente de la calle Congress.<br />

Afortunadamente, las calles están desiertas.<br />

Stroudwater queda a media hora larga, incluso yendo deprisa. A medida que dejo la península,<br />

alejándome de los edificios y negocios del centro en dirección a los barrios residenciales, las casas se<br />

van haciendo más pequeñas y hay más distancia entre ellas. Las rodean patios con poco césped y muchos<br />

hierbajos. Esto no es todavía la parte rural de Portland, pero ya hay señales de que el campo se va<br />

acercando: plantas que crecen entre las tablas medio podridas de los porches, un búho que ulula<br />

lastimero en la oscuridad, una guadaña negra de murciélagos que corta el cielo de repente. Casi todas<br />

estas casas tienen coches delante, como las mansiones acomodadas del West End, pero estos han sido, a<br />

todas luces, rescatados de la chatarra. Muchos están apoyados sobre bloques de hormigón en vez de<br />

ruedas. Veo uno cuyo techo corredizo está atravesado por un árbol, como si el vehículo acabara de caer<br />

del cielo y se hubiera empalado allí; hay otro, con el capó abierto, al que le falta el motor. Cuando paso,<br />

de esa cavidad negra sale de repente un gato que maúlla y me mira.<br />

Una vez que cruzo el río Fore, desaparecen las casas y hay solo campo, granjas con nombres como<br />

Meadow Lane, Sheepsbay o Willow Creek, lo que les da un toque agradable y acogedor. Lugares donde<br />

alguien podría estar horneando magdalenas y separando la nata fresca para hacer mantequilla. Pero casi<br />

todas las granjas pertenecen a grandes empresas, están repletas de ganado y a menudo explotan a<br />

huérfanos.<br />

Siempre me ha gustado esta zona, pero en la oscuridad me produce una sensación extraña; es un lugar<br />

abierto y totalmente vacío, y no puedo evitar pensar que si me encontrara con una patrulla no tendría<br />

recodo donde esconderme, ni callejuela por la que escabullirme. Más allá de los campos, veo las siluetas<br />

bajas y oscuras de graneros y silos, algunos nuevos y otros que apenas se tienen en pie y se aferran a la<br />

tierra como si le clavaran los dientes. El aire huele ligeramente dulce, como a plantas que crecen y a<br />

estiércol de vaca.<br />

La granja Roaring Brook está justo al lado de la frontera sudoeste. Lleva años abandonada, desde que<br />

la mitad del edificio principal y los dos silos de grano fueron destruidos en un incendio. Unos cinco<br />

minutos antes de llegar, me parece escuchar un ritmo de tambor que resulta casi imperceptible tras el<br />

canto de los grillos, pero durante un rato no sé si me lo estoy imaginando o solo escucho mi corazón, que<br />

se ha puesto a latir con fuerza de nuevo. Un poco más adelante, sin embargo, ya estoy segura. Incluso<br />

antes de llegar al camino de tierra que lleva al granero, o al menos a la parte de este que todavía se<br />

mantiene en pie, me llegan sonidos de música, que cristalizan en el aire nocturno como lluvia que de<br />

repente se convirtiera en nieve y cayera lentamente hasta la tierra.<br />

Me entra otra vez el miedo. Lo único que puedo pensar es: «Esto está mal. Está mal, está mal, está<br />

mal». La tía Carol me mataría si supiera lo que estoy haciendo. Me mataría o haría que me encerraran en<br />

las Criptas o que me llevaran a los laboratorios para una intervención anticipada, como a Willow Marks.<br />

Me bajo de la bici cuando veo el cruce hacia Roaring Brook y el gran letrero de metal clavado en el<br />

suelo donde se lee PROPIEDAD DE PORTLAND, PROHIBIDO EL PASO. Me interno un poco en el<br />

bosque que hay junto al camino para dejar la bici. La casa de la granja y el viejo granero quedan todavía<br />

a unos doscientos metros hacia abajo, pero no me apetece llevar la bici más allá. No le pongo el<br />

candado, eso sí. No quiero ni pensar en lo que pasaría si hubiera una redada, pero si la hay, no quiero

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!