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Sin tierras no hay Paraíso

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Gustavo Marín Guardado 109<br />

Por su parte, Roberto Hernández parece ser otro afectado y fuerte opositor<br />

a que el ejido pierda la parte de costa, sobre todo porque ha invertido tiempo<br />

y dinero, y persevera en su tarea de tener la exclusividad sobre los derechos<br />

ejidales. Cierto que ahora tiene el control de las asambleas ejidales y todo lo<br />

necesario para dar trámite a la certificación de <strong>tierras</strong>, pero aún así el RAN ha<br />

negado dos veces este ansiado trámite pues <strong>no</strong> acepta los pla<strong>no</strong>s propuestos<br />

donde el ejido llega al mar. Esta contrariedad obviamente atenta contra la estrategia<br />

y el negocio de los especuladores, quienes después de invertir en ello<br />

han podido afianzar ciertos proyectos para desarrollar complejos turísticos en<br />

las lagunas con la intención de apropiarse del ejido y finalmente acceder a las<br />

playas.<br />

Notas y reflexiones finales (con rumbo al basurero municipal)<br />

El caso del ejido Pi<strong>no</strong> Suárez expresa tres problemas fundamentales: 1) No<br />

ha sido posible definir con transparencia y legalidad los límites precisos del<br />

territorio ejidal. 2) No ha sido posible determinar quiénes son los legítimos<br />

propietarios de la franja costera, y 3) Ha sido imposible hacer prevalecer la ley<br />

y el estado de derecho. Después de 40 años, las autoridades han sido incapaces<br />

de resolver estos aspectos básicos y han sido indolentes, parciales e incompetentes.<br />

Una de las razones principales, es que precisamente las instituciones y<br />

muchos funcionarios y políticos se encuentran inmersos en un marasmo de<br />

intereses y prácticas de corrupción, vinculadas al poder de los grandes capitales<br />

que presionan para apropiarse de los espacios, y al despliegue de dinámicas<br />

complejas de especulación inmobiliaria en el contexto de grandes proyectos de<br />

desarrollo turístico.<br />

Asimismo, se trata de una fiera batalla donde todos los contendientes apelan<br />

a las leyes, pero al mismo tiempo recurren a todas las prácticas posibles<br />

(incluyendo la invasión, el fraude y la violencia). Una lucha, sin embargo, marcada<br />

por las asimetrías de poder, donde los grandes capitales vinculados a las<br />

mafias agrarias, se imponen y desplazan a la mayor parte de los ejidatarios.<br />

Algu<strong>no</strong>s de ellos han podido resistir en medio de grandes presiones, y en un<br />

clima de desasosiego, intimidaciones e incertidumbre, experimentado largos y<br />

costosos juicios, y alimentando los sueños de un futuro próspero.<br />

Un final feliz, sin embargo, parece leja<strong>no</strong>. Por una parte, en 2012 apareció<br />

en el escenario Felipe Enríquez, un político y empresario regiomonta<strong>no</strong>,<br />

asociado a innumerables despojos de <strong>tierras</strong> ejidales en el país, parte de una<br />

amplia red de poder y compadre del actual presidente de México. Esta persona<br />

ha iniciado una empresa con el propósito de crear un desarrollo turístico en<br />

Punta Piedra, desde luego aprovechando sus relaciones, los litigios de <strong>tierras</strong><br />

ejidales y los desalojos de hoteleros. Por otro lado, y casi al mismo tiempo, Ro-

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