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Sin tierras no hay Paraíso

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Ángeles A. López Santillán 49<br />

las élites políticas en otros procesos de especulación de <strong>tierras</strong> en Yucatán y<br />

Quintana Roo, se hicieron presentes en Holbox a fin de negociar la venta del<br />

territorio ejidal, insistiéndole a los isleños que tenían un tesoro que debían<br />

explotar. Esto comenzó en 1999 justo cuando el ejido Holbox corría el trámite<br />

ante el Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares<br />

(PROCEDE), con el afán de regularizar y fragmentar el territorio colectivo en<br />

propiedad individual. Al mismo tiempo que las élites empresariales inician<br />

el diálogo y la construcción de los acuerdos de enajenación y comercialización<br />

con las autoridades ejidales (lo que incluía también la participación en el<br />

proceso de deslinde y parcelamiento del ejido), otros especuladores a me<strong>no</strong>r<br />

escala compraron varios terre<strong>no</strong>s y de esta manera se consolidó la visión del<br />

oro contenido en la arena de la isla.<br />

Es en esta articulación con las élites locales y regionales en la que el despojo<br />

territorial se concreta y <strong>no</strong> como algu<strong>no</strong>s suponen, o justifican, como<br />

una mera transacción ejecutada bajo consenso de los ejidatarios. Desde 2000<br />

la organización ejidal, compuesta por 115 ejidatarios, se erigió como el legítimo<br />

poseedor del territorio y definió los pasos para establecer los acuerdos de<br />

los proyectos para parcelación y comercialización de las <strong>tierras</strong> ejidales, incluyendo<br />

la modificación de los pla<strong>no</strong>s del asentamiento huma<strong>no</strong>. Asimismo<br />

se instituyó como el grupo que decidiría los devenires de la vida política y del<br />

desarrollo local y se encargó de ejercer el poder en prácticamente todos los<br />

procesos de toma de decisiones de los holboxeños.<br />

Se trata de isleños que en el pasado consolidaron pactos con las élites políticas<br />

del estado y con ello se constituyeron como élites locales, que ejercen el<br />

liderazgo ejidal. Éstos comenzaron por controlar información con los ofertantes<br />

y a negociar con los protagonistas de las asambleas, así se erigieron como<br />

los agentes de mediación entre posesionarios de derechos sobre la tierra y los<br />

compradores/inversionistas. De esta manera, los líderes pactaron y negociaron<br />

con los empresarios interesados y con los isleños la concreción de la enajenación<br />

del ejido. Esto fue progresivo y hubo varios competidores: diversos empresarios<br />

de la región con perfiles diferenciados de poder político-económico,<br />

e incluso la empresa INFOVIR (Instituto de Fomento a la Vivienda y Regularización<br />

de la Propiedad), una entidad formada por el entonces gobernador<br />

del estado Joaquín Hendricks quien intentó a través de este instituto apoderarse<br />

de forma ilegítima de <strong>tierras</strong> en distintas partes de Quintana Roo. Los<br />

distintos competidores hicieron ofertas diversas para acceder al proceso de<br />

regularización, parcelación y mercantilización de las <strong>tierras</strong>, pero todos intentaron<br />

pactar pagos “en especie”, sobre <strong>tierras</strong> que día con día acrecentaban su<br />

valor. Algu<strong>no</strong>s ofertaron y esperaban concretar la operación apropiándose de<br />

hasta más del 20% del total de las <strong>tierras</strong> disponibles para la comercialización<br />

(López, 2010).

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