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el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...

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Ahora bien, ésta es, monjes, la Verdad Noble sobre <strong>el</strong> origen d<strong>el</strong> Mal. Es esa ansia que<br />

nos lleva a renacer, acompañada <strong>de</strong> d<strong>el</strong>eite y anh<strong>el</strong>o, que busca su placer ahora aquí,<br />

ahora allí, es <strong>de</strong>cir <strong>el</strong> ansia <strong>de</strong> placer, <strong>el</strong> ansia <strong>de</strong> existencia transitoria, <strong>el</strong> ansia <strong>de</strong> que la<br />

existencia transitoria llegue a un fin. Y ésta es, monjes, la Verdad Noble referente a la<br />

cesación d<strong>el</strong> Mal. Es la <strong>de</strong> <strong>de</strong>tener completamente esta ansia por la ausencia <strong>de</strong> pasión,<br />

abandonarla, <strong>de</strong>shacerse <strong>de</strong> <strong>el</strong>la, liberarse <strong>de</strong> <strong>el</strong>la, ser in<strong>de</strong>pendiente <strong>de</strong> <strong>el</strong>la.<br />

Y ésta es, monjes, la Verdad Noble referente al camino que conduce a la cesación d<strong>el</strong><br />

Mal. Es <strong>el</strong> Noble óctuplo Camino, es a saber, recta visión, recta <strong>de</strong>terminación, recto<br />

hablar, recta acción, recto modo <strong>de</strong> vivir, recto esfuerzo, recta atención, recta<br />

concentración'.<br />

Tanto <strong>el</strong> hinduismo, como <strong>el</strong> budismo persiguen <strong>el</strong> mismo fin, es <strong>de</strong>cir, liberar <strong>el</strong><br />

<strong>el</strong>emento intemporal que existe en <strong>el</strong> hombre <strong>de</strong> todo aqu<strong>el</strong>lo que tiene su ser en <strong>el</strong><br />

tiempo y en <strong>el</strong> espacio, liberar <strong>el</strong> «yo» trascen<strong>de</strong>nte d<strong>el</strong> «yo» empírico; pero, según los<br />

budistas, esta liberación sólo se pue<strong>de</strong> conseguir por medio <strong>de</strong> la combinación <strong>de</strong> una<br />

vida estrictamente ética controlada por la meditación y la concentración. Con todo, <strong>de</strong><br />

ninguna manera hay que esperar que todos los hombres consigan la liberación durante<br />

esta vida, antes necesitarán varios millones más <strong>de</strong> vidas.<br />

Todos los hombres, sin embargo, han <strong>de</strong> observar estos mandamientos fundamentales:<br />

no matarás ninguna cosa viviente; no tomarás lo que no se te haya dado; no violarás la<br />

castidad, no mentirás; no calumniaras ni emplearás un lenguaje duro o frívolo. Estas<br />

prohibiciones correspon<strong>de</strong>n casi exactamente a la segunda parte <strong>de</strong> los diez<br />

mandamientos, <strong>el</strong> mínimo <strong>de</strong> exigencias que se le pue<strong>de</strong>n pedir al hombre en sus<br />

r<strong>el</strong>aciones con los otros hombres sus hermanos.<br />

Lo que falta completamente en la «ley» budista es la referencia a los <strong>de</strong>beres d<strong>el</strong><br />

hombre para con Dios. Y la razón salta a la vista: Buda no, cree en la existencia <strong>de</strong> un<br />

Dios personal que gobierne moralmente al mundo. Aun cuando se pudiese probar la<br />

existencia <strong>de</strong> tal Señor, no tendría ninguna importancia para <strong>el</strong> hombre, porque <strong>el</strong><br />

hombre es <strong>el</strong> dueño <strong>de</strong> su propia <strong>de</strong>stino; <strong>el</strong> hombre tiene <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sí algo con lo que<br />

pue<strong>de</strong> conseguir un modo eterno <strong>de</strong> existencia, en la que estará ya para siempre libre <strong>de</strong><br />

todo cuidado y <strong>de</strong> todo lo que <strong>de</strong>viene y <strong>de</strong>saparece. Y una vez más nos extrañamos que<br />

Buda, <strong>el</strong> predicador d<strong>el</strong> completo distanciamiento <strong>de</strong> todas <strong>las</strong> cosas <strong>de</strong> este mundo,<br />

hable al mismo tiempo <strong>de</strong> la compasión, <strong>de</strong> la entrega <strong>de</strong> sí mismo, y d<strong>el</strong> negarse a<br />

causar ningún daño a cualquier cosa viviente, como <strong>de</strong> <strong>las</strong> virtu<strong>de</strong>s más <strong>el</strong>evadas. Este<br />

respeto por la vida física parece extraño en <strong>el</strong> que sólo ve en <strong>el</strong>la dolor y «Mal», y cuya<br />

i<strong>de</strong>al era la paz insensible y la f<strong>el</strong>icidad intemporal d<strong>el</strong> nirvana, que significa también la<br />

extinción <strong>de</strong> la vida tal como la conocemos nosotros.<br />

El budismo afirma que la salvación d<strong>el</strong> hombre se encuentra en sus propias<br />

manos, y que sólo Buda y <strong>el</strong> dharma (r<strong>el</strong>igión, modo <strong>de</strong> vida) que él proclama pue<strong>de</strong>n<br />

mostrar <strong>el</strong> camina. El último responsable <strong>de</strong> su propia salvación es <strong>el</strong> mismo hombre<br />

individual.<br />

LA APARICIÓN DEL TEÍSMO<br />

El hinduismo, mientras tanto, comenzó a tomar otro camino: ya en los últimos<br />

Upanishadas vemos <strong>de</strong>sarrollarse una nueva ten<strong>de</strong>ncia. El supremo Yo no es ya sólo un<br />

principio estático que se oculta <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> todo cambio y que habita en <strong>el</strong> alma d<strong>el</strong><br />

hombre: es también un Dios personal que escoge y actúa por gracia. Y así leemos que,<br />

por, gracia d<strong>el</strong> Creador, <strong>el</strong> hombre pue<strong>de</strong> alcanzar la gran<strong>de</strong>za d<strong>el</strong> Supremo Yo, que al<br />

mismo tiempo es Dios (2, 12). A este Yo, no lo po<strong>de</strong>mos encontrar por medio <strong>de</strong> la<br />

instrucción, ni por medio d<strong>el</strong> entendimiento, ni por mucha doctrina que hayamos oído;<br />

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