el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...
el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...
el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Con <strong>las</strong> r<strong>el</strong>igiones indias, y en menor grado también con la china, <strong>las</strong> cosas son muy<br />
diferentes. Las premisas <strong>de</strong> <strong>las</strong> que partimos no son <strong>las</strong> mismas. Para <strong>el</strong> hindú, la<br />
obediencia a la voluntad <strong>de</strong> Dios no es <strong>el</strong> prerrequisito esencial <strong>de</strong> la r<strong>el</strong>igión; y aun<br />
podríamos <strong>de</strong>cir que tiene muy poca importancia para él, tanto si hay un solo Dios como<br />
si existen muchos o aun ninguno. La salvación, para él, no es primariamente la salvación<br />
d<strong>el</strong> pecado, sino la salvación o más bien la liberación <strong>de</strong> nuestras condiciones humanas<br />
en cuanto tales. El budismo, que es mucho más coherente que <strong>el</strong> hinduismo, es todavía<br />
más radical en este punto. Des<strong>de</strong> <strong>el</strong> punto <strong>de</strong> vista occi<strong>de</strong>ntal, <strong>el</strong> budismo d<strong>el</strong> sur<br />
(Theravada), que su<strong>el</strong>e ser consi<strong>de</strong>rado como más próximo a la doctrina propia <strong>de</strong> Buda,<br />
es un credo ateístico. No admite la existencia <strong>de</strong> un Dios que cree, sostenga y guíe <strong>el</strong><br />
universo. Como <strong>las</strong> r<strong>el</strong>igiones paganas <strong>de</strong> Grecia y Roma, admite la existencia <strong>de</strong><br />
«dioses», pero estos dioses, como los hombres, están sujetos a la ley d<strong>el</strong> nacimiento y<br />
en última instancia a la muerte. Pue<strong>de</strong>n vivir durante incontables evos, pero llegará un<br />
día en que todos tendrán que morir, aunque sólo para renacer en un nuevo modo <strong>de</strong><br />
existencia. Y esto nos introduce en otro <strong>de</strong> los profundos abismos entre los dos grupos<br />
<strong>de</strong> r<strong>el</strong>igiones, la reencarnación o la transmigración <strong>de</strong> <strong>las</strong> almas.<br />
En la tradición semítica <strong>el</strong> hombre nace una vez y para siempre: vive una sola vida y<br />
es premiado o castigado por lo que haya hecho durante esa única vida. En <strong>las</strong> r<strong>el</strong>igiones<br />
indias la cosa es muy diferente. El tiempo no es algo que tenga un principio, un medio y<br />
un fin, como ocurre entre los semitas: <strong>el</strong> tiempo es cíclico, es <strong>de</strong>cir, transcurre en<br />
constantes ciclos periódicos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una eternidad sin principio hasta una eternidad sin<br />
fin. Los períodos <strong>de</strong> actividad alternan con los períodos <strong>de</strong> reposo; pero no existe un<br />
período <strong>de</strong> reposo final, porque la máquina cósmica va constantemente ad<strong>el</strong>ante, y <strong>el</strong><br />
proceso no tiene fin. El hombre inexorablemente está <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> esa máquina, y a no ser<br />
que le indiquen <strong>el</strong> camino, nunca podrá escaparse <strong>de</strong> <strong>el</strong>la. Para Buda, esta realidad era<br />
una perspectiva aterradora, tan aterradora, que al analizar la misma existencia humana<br />
la <strong>de</strong>scribía como si no fuera ni más ni menos que «dolor». Para Buda, «dolor» y<br />
transitoriedad» eran sinónimos: lo que es transitorio necesariamente es doloroso porque<br />
ha <strong>de</strong> tener un fin. La misma vida, por lo tanto, es un mal d<strong>el</strong> que hay que huir. Si la<br />
creencia en la transmigración no hubiera arraigado tan profundamente en India hasta <strong>el</strong><br />
punto <strong>de</strong> ser aceptada como un hecho evi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la misma existencia, la r<strong>el</strong>igión india<br />
se hubiera <strong>de</strong>sarrollado <strong>de</strong> un modo muy diferente, según <strong>las</strong> trayectorias que siguió por<br />
ejemplo en China. Sin embargo, para bien o para mal, la transmigración es la premisa<br />
inamovible <strong>de</strong> la que <strong>de</strong>riva toda la r<strong>el</strong>igión india, por lo menos a partir d<strong>el</strong> siglo séptimo<br />
antes <strong>de</strong> Cristo; y la perspectiva <strong>de</strong> una vida eterna en este sentido, era <strong>de</strong>masiado<br />
penosa para po<strong>de</strong>r tolerarse.<br />
De ahí que la r<strong>el</strong>igión india se preocupe, no <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong> Dios ni d<strong>el</strong> servicio<br />
que los hombres pudiéramos ofrecerle, sino, <strong>de</strong> los medios y los métodos prácticos <strong>de</strong><br />
escapar <strong>de</strong> ese ciclo constante y periódico <strong>de</strong> nacimiento y muerte, <strong>de</strong> renacer y volver a<br />
morir. Partiendo <strong>de</strong> esta visión pesimista <strong>de</strong> la vida humana, la r<strong>el</strong>igión india se vio<br />
obligada a <strong>de</strong>sarrollarse en unas perspectivas místicas.<br />
Hay muchos tipos <strong>de</strong> misticismo, y yo mismo intenté analizarlos en dos obras<br />
anteriores, Mysticism Sacred and Profane y Hindu and Muslim Mysticism. Como a pesar<br />
<strong>de</strong> todo existe una gran confusión en esta materia, voy a resumir aquí <strong>las</strong> conclusiones a<br />
que llegué.<br />
En la Iglesia católica existe, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, una gran tradición mística que comienza en<br />
san Juan Evang<strong>el</strong>ista y culmina en san Juan <strong>de</strong> la Cruz. En <strong>el</strong> misticismo católico <strong>el</strong><br />
<strong>el</strong>emento esencial es <strong>el</strong> amor: es la experiencia directa, aquí y ahora, d<strong>el</strong> ardiente amor<br />
<strong>de</strong> Dios peor <strong>el</strong> alma y <strong>de</strong> la respuesta <strong>de</strong> amor que <strong>el</strong> mismo Dios <strong>de</strong>spierta en esa<br />
alma. El alma es consciente siempre <strong>de</strong> ser totalmente indigna <strong>de</strong> ese amor, y sabe que<br />
7