10.05.2013 Views

el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...

el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...

el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Libro sagrado? «Él es <strong>el</strong> primero y <strong>el</strong> último, y <strong>el</strong> visible y <strong>el</strong> oculto, y Él es <strong>de</strong> toda cosa<br />

sabedor» (57, 3), «y he aquí que creamos al hombre, y sabemos lo que le susurra a Él<br />

su alma; y estamos más cerca <strong>de</strong> Él que la vena yugular» (50, 15). Ciertamente, estos y<br />

otros pasajes similares d<strong>el</strong> Corán justifican la doctrina sufí <strong>de</strong> que Dios, aunque<br />

aparentemente está tan remoto - tan completamente «otro» -, con todo, se le pue<strong>de</strong><br />

amar como al «recóndito», <strong>el</strong> que está «más cerca <strong>de</strong> nosotros que nuestra vena yugular».<br />

Había, a<strong>de</strong>más tradiciones generalmente aceptadas que apoyaban la experiencia<br />

interior <strong>de</strong> los sufíes, pues una tradición <strong>de</strong>claraba: «Cuando, mi siervo constantemente<br />

se me acerca con obras <strong>de</strong> superrogación, entonces lo amo, y una vez he comenzado a<br />

amarle, yo mismo me convierto en sus ojos por los que él ve, en sus oídos por los que<br />

oye, en su lengua por la que habla, y en sus manos por <strong>las</strong> que coge.» Y existían otras<br />

muchísimas tradiciones que no se aceptaban universalmente, pero que sin embargo<br />

podían ayudar a los sufís a <strong>de</strong>mostrar la ortodoxia <strong>de</strong> sus doctrinas.<br />

Sin duda alguna, al exten<strong>de</strong>rse los musulmanes sobre Siria y <strong>el</strong> norte <strong>de</strong> África,<br />

inconscientemente absorbieron muchas i<strong>de</strong>as cristianas. En la literatura <strong>de</strong> los primeros<br />

sufíes nos encontramos con pasajes d<strong>el</strong> Nuevo Testamento reproducidos casi a la letra,<br />

pero cuyo origen se había olvidado, y que eran a menudo citados como tradiciones d<strong>el</strong><br />

Profeta. Así encontramos la parábola d<strong>el</strong> sembrador en Al-Muhasibi, uno <strong>de</strong> los primeros<br />

sufíes, la parábola d<strong>el</strong> trigo y la cizaña y <strong>el</strong> símil d<strong>el</strong> sepulcro blanqueado en Algac<strong>el</strong>.<br />

Éste reproduce también palabra por palabra <strong>el</strong> versículo <strong>de</strong> Isaías 64,4 tal como lo cita<br />

san Pablo en la 1ª a los Corintios (2, 9): «Ni <strong>el</strong> ojo vio, ni <strong>el</strong> oído oyó, ni vino a la mente<br />

d<strong>el</strong> hombre lo que Dios ha preparado para los que le aman.»<br />

Des<strong>de</strong> <strong>el</strong> principio, <strong>el</strong> Islam fue una r<strong>el</strong>igión extrovertida y comunitaria; continuó entre<br />

los gentiles la tradición <strong>de</strong> los judíos. Los musulmanes, como los judíos, se consi<strong>de</strong>raban<br />

a sí mismos como un pueblo <strong>el</strong>egido, <strong>el</strong> «pueblo <strong>de</strong> Mahoma», con un Profeta a <strong>las</strong><br />

ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> Dios, obe<strong>de</strong>ciendo la ley divina más como pueblo que como individuos, y<br />

luchando «en <strong>el</strong> camino <strong>de</strong> Dios» contra los incrédulos como un pueblo creyente y unido<br />

en la verda<strong>de</strong>ra fe. Esta visión <strong>de</strong> <strong>las</strong> cosas <strong>de</strong>jaba muy poco lugar para una verda<strong>de</strong>ra<br />

vida interior, y hay una famosa tradición que dice: «En <strong>el</strong> Islam no hay monjes.»<br />

A pesar <strong>de</strong> todo eso, <strong>el</strong> sufismo fue creciendo, al principio inadvertido, pero <strong>de</strong>spués<br />

llamando cada vez más la atención. Los primitivos sufíes, tomando ejemplo<br />

probablemente <strong>de</strong> los eremitas cristianos d<strong>el</strong> <strong>de</strong>sierto que les precedieron, comenzaron a<br />

llevar una vida eremítica, meditando <strong>el</strong> misterio d<strong>el</strong> amor <strong>de</strong> Dios por <strong>el</strong> alma humana.<br />

Más tar<strong>de</strong> se asociaron <strong>de</strong> dos en dos o <strong>de</strong> tres en tres, o permaneciendo en un mismo<br />

lugar, o con más frecuencia, llevando una vida errabunda y mendicante. Su intención era<br />

la <strong>de</strong> concentrarse por entero en <strong>el</strong> amor <strong>de</strong> Dios, excluyendo todas <strong>las</strong> <strong>de</strong>más cosas<br />

creadas; y esto les hacía huir en lo posible <strong>de</strong> la sociedad humana. En la observancia <strong>de</strong><br />

la ley musulmana y sus exigencias rituales eran escrupulosamente exactas, consi<strong>de</strong>rándolo<br />

como <strong>el</strong> mínimo que pedía Dios en su servicio. Esto era solamente <strong>el</strong><br />

fundamento; antes <strong>de</strong> que pudiera pensarse en entrar en la vida r<strong>el</strong>igiosa, tenía que<br />

haber una real conversión d<strong>el</strong> corazón, una vu<strong>el</strong>ta hacia Dios con la exclusión <strong>de</strong> todos<br />

los <strong>de</strong>más. Esta conversión sólo se podía realizar por medio <strong>de</strong> una total humillación y<br />

entrega <strong>de</strong> sí mismo a la voluntad <strong>de</strong> Dios; y esto significaba la mortificación d<strong>el</strong> propio<br />

«yo»; <strong>el</strong> «yo empírico» d<strong>el</strong> que hablaba Thomas Merton, o <strong>el</strong> «yo animal», como<br />

preferían llamarlo los sufíes. La conquista d<strong>el</strong> propio «yo» es <strong>el</strong> primer paso que conduce<br />

a la unión con Dios. «Nadie - escribía uno <strong>de</strong> <strong>el</strong>los - pue<strong>de</strong> alcanzar la salvación sino es<br />

matando su propio "yo" en sacrificio por medio d<strong>el</strong> ayuno, <strong>el</strong> sufrimiento y un trabajo<br />

agotador.» O, también: ha <strong>de</strong> ser «ablandado por la obediencia, muerto por la enemistad<br />

que se le muestre, sacrificialmente sacrificado apartándose <strong>de</strong> todo lo que no sea Dios, y<br />

69

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!