10.05.2013 Views

el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...

el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...

el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

que son «una misma carne»: en segundo lugar, significa que la interior armonía d<strong>el</strong><br />

hombre consigo mismo también se ha roto, porque <strong>el</strong> alma inferior, <strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>ciendo al<br />

alma superior y, a través <strong>de</strong> esa <strong>de</strong>sobediencia, <strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>ciendo también a Dios, puso<br />

en juego su pretensión a la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia. El alma superior o <strong>el</strong> «yo trascen<strong>de</strong>nte» se<br />

vio <strong>de</strong>sterrado al mundo <strong>de</strong> la inconciencia, y la mayoría <strong>de</strong> nosotros nos pasamos toda<br />

la vida ignorando su verda<strong>de</strong>ra existencia; y, puesto que no conocemos ni siquiera<br />

nuestro «yo» real, ¿cómo vamos a conocer a Dios a cuya imagen y semejanza fuimos<br />

creados?<br />

Después <strong>de</strong> la caída, <strong>el</strong> hombre ya no es aqu<strong>el</strong> todo armonioso centrado en <strong>el</strong> yo<br />

trascen<strong>de</strong>nte: está en guerra consigo mismo. El centro <strong>de</strong> la personalidad ha sido<br />

r<strong>el</strong>egado al oscuro mundo <strong>de</strong> la inconsciencia, y <strong>el</strong> ego, <strong>el</strong> inferior, <strong>el</strong> «yo empírico» ,<br />

está en guerra consigo mismo porque no pue<strong>de</strong>, por más que lo intente, hacer callar a<br />

aqu<strong>el</strong> otro «yo» que, aun <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la profundidad oscura <strong>de</strong> la inconciencia,<br />

silenciosamente lo <strong>de</strong>saprueba a través <strong>de</strong> la débil voz <strong>de</strong> la conciencia; no pue<strong>de</strong> seguir<br />

los instintos animales d<strong>el</strong> cuerpo sin un inquietante y continuo remordimiento, porque <strong>el</strong><br />

lazo que lo une con <strong>el</strong> «otro» es muy difícil <strong>de</strong> romper.<br />

El hombre, por lo tanto, <strong>de</strong>be vivir separado <strong>de</strong> Dios, y todo <strong>el</strong> Antiguo Testamento es<br />

la historia <strong>de</strong> esta separación. Dios ya no es <strong>el</strong> Amigo que pasea con <strong>el</strong> hombre en <strong>el</strong><br />

paraíso; es <strong>el</strong> severo monarca que dicta la ley según la cual <strong>el</strong> hombre <strong>de</strong>be vivir<br />

conforme a la voluntad <strong>de</strong> Dios y conforme a su verda<strong>de</strong>ro bien. El hombre, por consiguiente,<br />

puesto que su alma inferior, ya no sigue los dictados <strong>de</strong> su «yo» superior,<br />

<strong>de</strong>be perpetuamente quebrantar la ley y sufrir <strong>las</strong> consecuencias <strong>de</strong> su orgullo y amor<br />

propio. Ésta fue la gloria y la tragedia <strong>de</strong> los judíos, <strong>el</strong> pueblo <strong>el</strong>egido <strong>de</strong> Dios.<br />

Los gentiles, por <strong>el</strong> contrario, no conocieron la ley; pero Dios no los <strong>de</strong>jó sin un<br />

testimonio grabado en sus corazones, aunque estuvieran separados <strong>de</strong> Él. Por <strong>de</strong>cirlo<br />

así, Dios esparció entre los gentiles pistas que <strong>el</strong>los eran libres <strong>de</strong> seguir hasta <strong>el</strong> fin y<br />

<strong>de</strong> interpretar lo mejor que pudieran. Todos <strong>el</strong>los, tanto judíos como gentiles sabían que<br />

en <strong>el</strong> hombre algo había fallado radicalmente... porque aún recordaban confusamente<br />

una edad <strong>de</strong> la inocencia en la que todo era armonía y en la que todos eran uno. Esta<br />

búsqueda <strong>de</strong> un i<strong>de</strong>al pasado dominó la visión <strong>de</strong> los chinos; los confucianos buscaban<br />

restablecer la edad <strong>de</strong> oro <strong>de</strong> la bondad, la rectitud, <strong>el</strong> <strong>de</strong>coro y la sabiduría que fue la<br />

gloria <strong>de</strong> los emperadores justos Yao y Shun. Los taoístas, <strong>de</strong>sesperando <strong>de</strong> la misma<br />

naturaleza humana, buscaban más bien <strong>el</strong> reintegrarse, en un plano puramente<br />

individual, en <strong>el</strong> Tao <strong>de</strong> la naturaleza y en la armonía <strong>de</strong> todos los seres. Buscaban<br />

renovar en sí mismos la edad <strong>de</strong> la inocencia que fue inexorablemente perdida en <strong>el</strong><br />

mundo humano que les ro<strong>de</strong>aba.<br />

La mentalidad india consi<strong>de</strong>raba <strong>de</strong> una manera diferente la situación provocada por<br />

la caída. Algunos seguían <strong>el</strong> camino <strong>de</strong> los taoístas, y pretendían sumergirse a sí<br />

mismos en <strong>el</strong> Todo d<strong>el</strong> que habían surgido los individuos y en <strong>el</strong> cual <strong>de</strong>bían <strong>de</strong> nuevo<br />

sumergirse. Otros yendo más allá, con una profundidad <strong>de</strong> visión que no tiene paral<strong>el</strong>o,<br />

vieron que lo que nosotros ordinariamente llamamos <strong>el</strong> alma no es realmente <strong>el</strong> centro<br />

<strong>de</strong> nuestra personalidad, sino simplemente una máscara que oculta nuestro ser más<br />

íntimo que habita en la eternidad y es inmutable porque trascien<strong>de</strong> <strong>el</strong> tiempo, <strong>el</strong> espacio<br />

y todas <strong>las</strong> causas; y porque trascien<strong>de</strong> todas estas cosas, participa <strong>de</strong> la eternidad d<strong>el</strong><br />

principio inmutable, Brahmán, que concebían como existiendo más allá d<strong>el</strong> mundo <strong>de</strong> los<br />

cambios. La salvación, por lo tanto, significaba <strong>el</strong> <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> este ser intemporal<br />

que habita <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> nosotros y, por consiguiente, una vez <strong>de</strong>scubierto, tenían que<br />

<strong>de</strong>svanecerse todos los engaños <strong>de</strong> la vida mortal, y <strong>el</strong> «yo trascen<strong>de</strong>nte» aparecería<br />

entonces en todo su fulgor, una «llama en un lugar sin viento», concentrada en sí misma,<br />

80

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!