el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...
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estructura sacramental <strong>de</strong> éste porque vio, rectamente que eso era lo que constituía<br />
su cohesión interna. Consi<strong>de</strong>ró al hinduismo como la r<strong>el</strong>igión nacional <strong>de</strong> la India, lo<br />
mismo que <strong>el</strong> judaísmo es la r<strong>el</strong>igión nacional <strong>de</strong> los judíos. Por lo tanto, pensaba<br />
Gandhi, <strong>el</strong> <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> los hindúes ilustrados era conservar en <strong>el</strong> hinduismo todo lo que<br />
podía ser conservado, pero <strong>de</strong>sarraigar <strong>de</strong> él todo lo que podía ofen<strong>de</strong>r su conciencia<br />
social. Y así apoyó exteriormente <strong>el</strong> sistema <strong>de</strong> castas en su forma original e<br />
inofensiva, la veneración <strong>de</strong> <strong>las</strong> imágenes, los ritos domésticos <strong>de</strong> los hindúes y la<br />
veneración <strong>de</strong> <strong>las</strong> vacas. Vio claramente que los ritos hindúes c<strong>el</strong>ebrados en particular<br />
o, en los templos, ante <strong>las</strong> imágenes que representan algunos aspectos <strong>de</strong> lo divino,<br />
eran <strong>el</strong> vínculo que mantenía la cohesión d<strong>el</strong> hinduismo. Prescindir <strong>de</strong> <strong>el</strong>los era<br />
<strong>el</strong>iminar la r<strong>el</strong>igión misma. Gandhi acepta <strong>las</strong> r<strong>el</strong>igiones tal como son: son<br />
organizaciones <strong>de</strong> seres humanos limitados cuya finalidad es, a través <strong>de</strong> los ritos, <strong>las</strong><br />
ceremonias y los símbolos, conducir a los hombres limitados más allá <strong>de</strong> su pura<br />
dimensión temporal hacia un estado que trascien<strong>de</strong> <strong>el</strong> tiempo.<br />
Todas y cada una <strong>de</strong> <strong>las</strong> r<strong>el</strong>igiones son verda<strong>de</strong>ras e imperfectas; y, porque son<br />
imperfectas, han <strong>de</strong> ten<strong>de</strong>r a perfeccionarse a sí mismas más que a convertir a los<br />
fi<strong>el</strong>es <strong>de</strong> otra r<strong>el</strong>igión. Una r<strong>el</strong>igión solamente pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>mostrar su verdad o<br />
superioridad por la santidad <strong>de</strong> los individuos que la practican; y, según Gandhi, los<br />
cristianos en la India han hecho una <strong>de</strong>mostración muy pobre. Gandhi, en cambio,<br />
avergonzó a los cristianos llevando una vida <strong>de</strong> abnegación y <strong>de</strong>sprendimiento<br />
personal que muy pocos <strong>de</strong> nosotros nos atreveríamos siquiera a intentar.<br />
Gandhi permaneció hindú hasta <strong>el</strong> fin <strong>de</strong> sus días, pero introdujo en <strong>el</strong><br />
hinduismo una conciencia moral que hasta ese momento no había existido. No intentó<br />
alcanzar un estado que estuviera fuera d<strong>el</strong> tiempo y por lo tanto fuera d<strong>el</strong> bien y d<strong>el</strong><br />
mal como habían hecho otros anteriores a él. Sabía muy bien que nos tenemos que<br />
enfrentar con <strong>el</strong> mal y combatirlo, y que esto solamente se pue<strong>de</strong> alcanzar ofreciendo<br />
la otra mejilla, con <strong>el</strong> dominio <strong>de</strong> sí; y por la estricta adherencia a la verdad tal como él<br />
la entendía. No intentó resolver <strong>el</strong> misterio <strong>de</strong> la iniquidad: se esforzó por superarlo<br />
por medio <strong>de</strong> la bondad.<br />
Llamo a Dios sufrido y paciente -escribió Gandhi - precisamente porque permite <strong>el</strong><br />
mal en <strong>el</strong> mundo. Sé que Dios está exento <strong>de</strong> mal. Dios es <strong>el</strong> autor d<strong>el</strong> mal y, sin embargo,<br />
<strong>el</strong> mal no le alcanza. Sé también que nunca conoceré a Dios si no me esfuerzo en<br />
luchar contra <strong>el</strong> mal aun a costa <strong>de</strong> la misma vida. Me he afianzado en esta creencia a<br />
través <strong>de</strong> mi propia, humil<strong>de</strong> y limitada experiencia. Cuanto más puro me esfuerzo en<br />
ser, más cerca <strong>de</strong> Dios me siento. Cuánto más podría ser, si mi fe no fuera una mera<br />
disculpa como es actualmente, sino que fuera inamovible como <strong>el</strong> Himalaya y tan blanca<br />
y brillante como <strong>las</strong> nieves <strong>de</strong> sus cumbres.<br />
Gandhi era un hombre <strong>de</strong> Dios, y fue también un hombre que vio <strong>el</strong> bien en<br />
todas <strong>las</strong> r<strong>el</strong>igiones. No se avergonzaba <strong>de</strong> apren<strong>de</strong>r lo que le podía enseñar <strong>el</strong><br />
<strong>cristianismo</strong> y <strong>el</strong> Islam, ni fue ciego para ver algunos <strong>de</strong>fectos monstruosos que tenía<br />
su propia r<strong>el</strong>igión. Aprendió mucho d<strong>el</strong> <strong>cristianismo</strong>, y teniendo su ejemplo ante<br />
nosotros seríamos presuntuosamente locos si pensáramos que, como católicos, no<br />
tenemos nada que apren<strong>de</strong>r <strong>de</strong> él ni <strong>de</strong> toda la tradición r<strong>el</strong>igiosa que ha hecho que<br />
Gandhi sea posible.<br />
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