el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...
el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...
el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
hombres. Para ayudar al pueblo <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o estableció la monarquía. El ci<strong>el</strong>o hace a <strong>las</strong><br />
criaturas y <strong>las</strong> conduce según sus capacida<strong>de</strong>s. Cuando obran <strong>el</strong> bien, <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o <strong>las</strong><br />
bendice. Cuando obran <strong>el</strong> mal, <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o <strong>las</strong> castiga. ¿Quiere <strong>de</strong>cir todo esto <strong>de</strong> una<br />
manera explícita o implícita que en <strong>el</strong> Empíreo existe un gobernante?" Chu Hsi<br />
respondió: "Todo eso significa simplemente que hay razón". En otras palabras, <strong>el</strong><br />
universo, al seguir unas <strong>de</strong>terminadas leyes racionales, cuya maravillosa complejidad ha<br />
comenzado a compren<strong>de</strong>r la ciencia mo<strong>de</strong>rna, es en sí mismo una construcción racional<br />
gobernada por la Razón, es <strong>de</strong>cir, por <strong>el</strong> Logos.<br />
Li es también <strong>el</strong> Tao en <strong>el</strong> sentido que le daba <strong>el</strong> confucianismo. No es solamente <strong>el</strong><br />
Espíritu viviente que controla e inhabita <strong>el</strong> mundo físico, sino que se manifiesta también<br />
en la esfera humana como <strong>las</strong> cuatro virtu<strong>de</strong>s cardinales, la cordialidad humana, la<br />
rectitud o moralidad, la mo<strong>de</strong>stia que incluye <strong>el</strong> <strong>de</strong>coro y <strong>el</strong> ritual, y la sabiduría.<br />
Aunque todo esto sea una supersimplificación <strong>de</strong> la filosofía <strong>de</strong> Chu Hsi, creemos que<br />
expresa bien la síntesis que tanto él como sus pre<strong>de</strong>cesores intentaban construir. En<br />
cuanto iban contra los taoístas aseguraban categóricamente que en la sociedad humana<br />
Li o <strong>el</strong> Tao se manifestaba <strong>de</strong> una manera suprema en <strong>las</strong> cuatro virtu<strong>de</strong>s cardinales d<strong>el</strong><br />
confucianismo.<br />
La experiencia <strong>de</strong> los místicos taoístas, que es la experiencia <strong>de</strong> la mística <strong>de</strong> la<br />
naturaleza <strong>de</strong> todos los tiempos y lugares, es una experiencia válida. De un modo<br />
misterioso que nuestras palabras no alcanzan a expresar a<strong>de</strong>cuadamente, <strong>el</strong> Todo es<br />
Uno y <strong>el</strong> Uno es Todo; «yo», <strong>el</strong> sujeto <strong>de</strong> la experiencia, en cualquier parte que pueda<br />
estar ahora, está presente en todas partes. Esta experiencia es estremecedora y lleva<br />
consigo un gran gozo, pero probablemente no es más que un «evento biológico»<br />
totalmente divorciado d<strong>el</strong> <strong>el</strong>emento racional y responsable que existe en <strong>el</strong> hombre. El<br />
paleontólogo jesuita Teilhard <strong>de</strong> Chardin lo ha <strong>de</strong>scrito con estas palabras: «Gracias al<br />
prodigioso acontecimiento biológico representado por <strong>el</strong> <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> <strong>las</strong> ondas<br />
<strong>el</strong>ectromagnéticas, cada individuo se encuentra actualmente (activa o pasivamente)<br />
presente, <strong>de</strong> manera simultánea, en la totalidad <strong>de</strong> los mares y <strong>de</strong> los continentes».<br />
El logro <strong>de</strong> los neoconfucianos fue <strong>el</strong> <strong>de</strong> uncir <strong>el</strong> misticismo literalmente irresponsable<br />
<strong>de</strong> los taoístas y <strong>de</strong> los budistas Ch'an a <strong>las</strong> cuatro virtu<strong>de</strong>s cardinales d<strong>el</strong><br />
confucianismo. Lograron construir una teoría <strong>de</strong> la existencia en la que la moralidad y <strong>el</strong><br />
misticismo se reconciliaban. Ninguno <strong>de</strong> los dos <strong>el</strong>ementos es completo sin <strong>el</strong> otro,<br />
porque, como vieron los taoístas, <strong>las</strong> virtu<strong>de</strong>s d<strong>el</strong> confucianismo, si <strong>de</strong>jan <strong>de</strong> ser<br />
espontáneas, se convierten en caricaturas <strong>de</strong> sí mismas. El hombre bueno o cordial<br />
<strong>de</strong>genera en un «bienhechor»; la rectitud se vu<strong>el</strong>ve áspera y se hace fariseísmo; la<br />
mo<strong>de</strong>stia y los buenos modales se convierten en un ritual sin vida que ha perdido todo<br />
sabor; la sabiduría <strong>de</strong>viene sofística. Los neoconfucianos, por otra parte, veían cuán<br />
p<strong>el</strong>igroso era volver <strong>las</strong> espaldas a la propia conciencia personal, que es <strong>el</strong> único<br />
privilegio <strong>de</strong> la raza humana, con <strong>el</strong> fin <strong>de</strong> volver a dar nacimiento <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> uno mismo a<br />
aqu<strong>el</strong> sentido <strong>de</strong> unidad indiferenciada que <strong>de</strong>bió caracterizar al hombre antes <strong>de</strong> surgir<br />
dé la animalidad; porque esto significaba no querer aceptar la responsabilidad que es a<br />
la vez la carga y <strong>el</strong> privilegio d<strong>el</strong> hombre adulto.<br />
El Tao Te Ching había llevado <strong>las</strong> cosas hasta <strong>el</strong> extremo <strong>de</strong> afirmar: «Sólo yo soy<br />
inerte, como un niño que todavía no ha dado ninguna señal... Sólo yo parezco haberlo<br />
perdido todo. Mi alma es ciertamente <strong>el</strong> alma <strong>de</strong> un verda<strong>de</strong>ro idiota.» A todo esto, la<br />
respuesta d<strong>el</strong> neoconfucianismo podría muy bien haber sido: « ¡Por amor d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o,<br />
crece!»<br />
Durante mil años <strong>el</strong> confucianismo se mantuvo como la filosofía oficial d<strong>el</strong> imperio<br />
chino: fue la última palabra <strong>de</strong> la China en la filosofía <strong>de</strong> la r<strong>el</strong>igión. En lo fundamental<br />
está en armonía con la filosofía <strong>de</strong> los Upanishadas <strong>de</strong> la India, pero se mantuvo con<br />
45