el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...
el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...
el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
verda<strong>de</strong>ro «yo» permanece a la vez inarticulado e invisible, porque tiene muchas cosas<br />
que <strong>de</strong>cir, pero ninguna <strong>de</strong> <strong>el</strong><strong>las</strong> se refiere a sí mismo.<br />
Ahora bien, este «yo profundo y trascen<strong>de</strong>nte» es <strong>el</strong> objeto <strong>de</strong> la búsqueda d<strong>el</strong> hindú<br />
y creo que también d<strong>el</strong> budista: es la imagen <strong>de</strong> Dios en <strong>el</strong> hombre, y <strong>el</strong> hecho <strong>de</strong> que<br />
muchos <strong>de</strong> nosotros solamente lo <strong>de</strong>scubramos <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte se <strong>de</strong>be al<br />
pecado, original y actual. Como dice Thomas Merton, para alcanzar nuestro propio yo<br />
real, <strong>de</strong> hecho, tenemos que ser liberados por la gracia, la virtud y <strong>el</strong> ascetismo <strong>de</strong> ese<br />
otro yo ilusorio y falso que hemos creado a través <strong>de</strong> nuestros hábitos <strong>de</strong> egoísmo y por<br />
nuestras constantes huidas <strong>de</strong> la realidad. Para encontrar a Dios, a quien solamente<br />
po<strong>de</strong>mos encontrar en y a través <strong>de</strong> <strong>las</strong> profundida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> nuestra propia alma, tenemos<br />
que encontrarnos ante todo a nosotros mismos. En otras palabras, no po<strong>de</strong>mos<br />
comenzar a conocer y a amar a Dios antes <strong>de</strong> haber <strong>de</strong>scubierto nuestro verda<strong>de</strong>ro<br />
«yo».<br />
El hábitat <strong>de</strong> este verda<strong>de</strong>ro, «yo» está fuera d<strong>el</strong> espacio y d<strong>el</strong> tiempo, en un eterno<br />
«ahora», como no se cansaba <strong>de</strong> repetir <strong>el</strong> místico alemán d<strong>el</strong> siglo XIV, Eckhart: ese<br />
«yo» no conoce ni <strong>el</strong> pasado ni <strong>el</strong> futuro, simplemente es. Conocerle es saber que uno<br />
no pue<strong>de</strong> morir. Este sentido <strong>de</strong> intemporalidad, sin embargo, mucho menos pronunciado<br />
en <strong>el</strong> misticismo católico que en <strong>el</strong> hinduismo o en <strong>el</strong> budismo, no lleva consigo<br />
necesariamente la conciencia <strong>de</strong> un Dios como, persona distinta <strong>de</strong> uno mismo. Con<br />
todo, va acompañado, <strong>de</strong> un sentimiento <strong>de</strong> inmortalidad porque lo que existe fuera d<strong>el</strong><br />
tiempo no pue<strong>de</strong> morir.<br />
Frecuentemente, aunque no siempre, va también acompañado por la experiencia <strong>de</strong><br />
una absoluta unicidad, que se siente como algo último, un súmmum bonum, fuera d<strong>el</strong><br />
cual parece imposible que se pueda proce<strong>de</strong>r ad<strong>el</strong>ante. En esta experiencia no hay<br />
conocimiento <strong>de</strong> Dios; como algo distinto d<strong>el</strong> «verda<strong>de</strong>ro yo» eterno, intemporal, y al no<br />
haber conocimiento tampoco hay amor <strong>de</strong> Dios. Éste es <strong>el</strong> misticismo d<strong>el</strong> «yo» como<br />
experimentado sin referencia consciente a Dios.<br />
Existe, a<strong>de</strong>más, un tercer tipo <strong>de</strong> misticismo llamado ordinariamente «misticismo<br />
<strong>de</strong> la naturaleza», en <strong>el</strong> que la barrera entre <strong>el</strong> «yo» y <strong>el</strong> «no yo», <strong>el</strong> sujeto que<br />
experimenta y <strong>el</strong> mundo objetivo, parece que se <strong>de</strong>svanece, y todas <strong>las</strong> cosas se ven<br />
como si fueran uno mismo, y a uno mismo como si fuera todo. Este tipo <strong>de</strong> misticismo<br />
pue<strong>de</strong> ser experimentado, y lo es, por personas <strong>de</strong> todas <strong>las</strong> r<strong>el</strong>igiones y aun por<br />
personas sin r<strong>el</strong>igión. A<strong>de</strong>más, no tiene nada que ver con la moralidad, y en lo que sigue<br />
tendremos que oír muchas cosas sobre <strong>el</strong> bien y <strong>el</strong> mal trascen<strong>de</strong>ntes. Por <strong>el</strong> momento<br />
contentémonos con <strong>el</strong> hecho <strong>de</strong> que existen tres tipos <strong>de</strong> misticismo que pue<strong>de</strong>n y <strong>de</strong>ben<br />
distinguirse mutuamente. Repitámoslos.<br />
Comenzando por <strong>el</strong> que parece ser <strong>el</strong> grado más bajo, tenemos un primer<br />
misticismo <strong>de</strong> la naturaleza en <strong>el</strong> que <strong>de</strong>saparece toda distinción entre <strong>el</strong> sujeto y <strong>el</strong><br />
objeto. Muchos escritores profanos lo han <strong>de</strong>scrito, y nosotros, no sabríamos <strong>de</strong>scribirlo<br />
mejor que Tennyson, ya que su <strong>de</strong>scripción es una <strong>de</strong> <strong>las</strong> mejores y más sucintas:<br />
Con frecuencia he tenido, casi <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mi niñez, cuando he estado completamente<br />
a so<strong>las</strong>, una especie <strong>de</strong> lúcido trance, llamémosle así por falta <strong>de</strong> una palabra mejor.<br />
Este estado me ha sobrevenido por <strong>el</strong> procedimiento <strong>de</strong> repetirme en silencio mi nombre,<br />
hasta que <strong>de</strong> repente, como si fuera por intensidad misma <strong>de</strong> la conciencia <strong>de</strong> la individualidad,<br />
la misma individualidad parecía disolverse y <strong>de</strong>svanecerse en un ser sin<br />
límites, y no era un estado confuso sino <strong>el</strong> mas clarivi<strong>de</strong>nte, <strong>el</strong> mas seguro, completamente<br />
inefable - en <strong>el</strong> que la muerte era una casi ridícula imposibilidad- en <strong>el</strong> que la<br />
pérdida <strong>de</strong> la personalidad (si tal cosa había) no parecía una extinción, sino la única<br />
verda<strong>de</strong>ra vida. Estoy avergonzado <strong>de</strong> mi débil <strong>de</strong>scripción. ¿No he dicho ya que era un<br />
estado completamente inefable?<br />
9