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el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...

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nombre sobre todo nombre, para que al nombre <strong>de</strong> Jesús doble la rodilla cuanto hay en<br />

los ci<strong>el</strong>os, en la tierra y en los abismos» (Phil 2, 8-10).<br />

Porque hemos <strong>de</strong> recordar que, en <strong>el</strong> principio, <strong>el</strong> «Camino» que se pue<strong>de</strong> enseñar<br />

no es <strong>el</strong> «Camino Invariable»; Los nombres que se pue<strong>de</strong>n nombrar no son los nombres<br />

invariables. El ci<strong>el</strong>o y la tierra surgieron d<strong>el</strong> Innominado. Lo nombrado es más bien la<br />

madre que alimenta a diez mil criaturas, cada una según su especie.<br />

El Tao se hizo carne y <strong>el</strong> Innominado recibió nombre: «y su nombre será Jesús».<br />

Cristo dijo que había venido no a <strong>de</strong>struir la ley y los profetas, sino a darles su<br />

cumplimiento; y si esto es verdad <strong>de</strong> la ley y los profetas <strong>de</strong> Isra<strong>el</strong>, es igualmente verdad<br />

<strong>de</strong> la «ley y los profetas» <strong>de</strong> la India y <strong>de</strong> la China. La India fue la que familiarizó al<br />

mundo con la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la encarnación <strong>de</strong> Dios, y la China fue la que, en <strong>el</strong> Tao Te Ching,<br />

mostró cómo era Dios y cómo iba a ser su venida; pero la verda<strong>de</strong>ra finalidad <strong>de</strong> la<br />

venida <strong>de</strong> Cristo solamente pue<strong>de</strong> ser consi<strong>de</strong>rada como un cumplimiento en conjunto <strong>de</strong><br />

<strong>las</strong> aspiraciones <strong>de</strong> los judíos y <strong>de</strong> los gentiles.<br />

En <strong>el</strong> Bhagavad-Gita Dios aparece encarnado como Krishna, <strong>el</strong> cual predica la nueva<br />

doctrina d<strong>el</strong> amor <strong>de</strong> Dios hacia <strong>el</strong> hombree y <strong>de</strong> la respuesta d<strong>el</strong> amor d<strong>el</strong> hombre hacia<br />

Dios, y una vez ha señalado <strong>el</strong> camino hacia <strong>el</strong> Dios vivo que era tan superior al<br />

Brahman inmutable e intemporal como Brahman era superior al «yo empírico» y al<br />

mundo en que se mueve, la India quiso saber cómo era este Dios.<br />

De una manera sorpren<strong>de</strong>nte, <strong>el</strong> Krishna <strong>de</strong> los cultos bhakti no es <strong>el</strong> Krishna <strong>de</strong> la<br />

gran epopeya, porque este Krishna recurre con frecuencia a los engaños y a <strong>las</strong><br />

estratagemas dudosas para alcanzar sus propios fines, y este aspecto d<strong>el</strong> Krishna épico<br />

se olvidó completamente. El Krishna <strong>de</strong> los cultos bhakti es una persona hábil, que<br />

encanta a <strong>las</strong> hijas <strong>de</strong> los pastores con <strong>el</strong> suave canto <strong>de</strong> su flauta, y para los hindúes<br />

esto representa <strong>el</strong> enamoramiento <strong>de</strong> Dios d<strong>el</strong> alma humana y la estática respuesta d<strong>el</strong><br />

alma al llamamiento divino. Se ha perdido <strong>el</strong> terrible aspecto <strong>de</strong> Dios, que <strong>el</strong> Gita había<br />

rev<strong>el</strong>ado en su gran teofanía. La visión es <strong>de</strong>masiado azucarada para que pueda ser una<br />

visión verda<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> Dios, porque ésta <strong>de</strong>be tener en cuenta su terrible justicia lo mismo<br />

que su misericordia, como nos enseña <strong>el</strong> Islam. Y por esta razón <strong>el</strong> Krishna <strong>de</strong> la<br />

epopeya nos suena a algo más verda<strong>de</strong>ro, porque en él encontramos la tragedia y <strong>el</strong><br />

pathos. Su misión como Dios encarnado fue la <strong>de</strong> restablecer <strong>el</strong> gobierno <strong>de</strong> la rectitud<br />

en <strong>el</strong> mundo; y lo consiguió, aunque a un precio terrible. Una vez conseguido <strong>el</strong><br />

restablecimiento <strong>de</strong> Yudhishthira, <strong>el</strong> «Rey <strong>de</strong> la Rectitud», en su trono, se volvió a casa<br />

para encontrar una muerte trágica y humillante. Abandonado por su propia tribu que se<br />

<strong>de</strong>spedazaba a sí misma en la embriaguez <strong>de</strong> una orgía fratricida, se retira a la orilla d<strong>el</strong><br />

mar a meditar y allí lo hiere un cazador confundiéndole con una gac<strong>el</strong>a. Solamente a<br />

través d<strong>el</strong> sufrimiento, d<strong>el</strong> fracaso y <strong>de</strong> la humillación y habiendo sido herido como un<br />

animal, pue<strong>de</strong> Krishna ascen<strong>de</strong>r al ci<strong>el</strong>o y entrar en su gloria. ¿No nos prefigura esto <strong>de</strong><br />

una manera sorpren<strong>de</strong>nte la incomprensible humillación <strong>de</strong> la cruz?<br />

Tanto <strong>el</strong> Bhagavad-Gita coma <strong>el</strong> Sutra d<strong>el</strong> Loto anuncian la buena nueva <strong>de</strong> que <strong>el</strong><br />

verda<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>stino d<strong>el</strong> hombre no es <strong>el</strong> <strong>de</strong> gozar para siempre <strong>de</strong> ese fragmento <strong>de</strong><br />

eternidad que ni siquiera <strong>el</strong> Pecado ha podido suprimir en <strong>el</strong> hombre, sino más bien esforzarse<br />

constantemente, abandonando ese eterno aunque «<strong>de</strong>fectivo» <strong>de</strong>scanso, para<br />

po<strong>de</strong>r estar junto a su Señor. Dios se ha hecho hombre en la persona <strong>de</strong> Jesucristo para<br />

que <strong>el</strong> Dios «<strong>de</strong>sconocido», prefigurado aunque imperfectamente en la figura <strong>de</strong> Krishna<br />

y, gráficamente aunque no con perfección, en la terrible aunque adorable figura <strong>de</strong><br />

Shiva, pudiera ser conocido.<br />

Cristo, como perfecto hombre, no tenía solamente un alma y un cuerpo «empíricos»,<br />

sino también un «yo trascen<strong>de</strong>nte». Ahora bien, los budistas seguidores d<strong>el</strong> Hinayana y<br />

los hindúes que en esto les seguían en gran parte, pensaron que este «yo», puesto que<br />

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