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el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...

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Las implicaciones <strong>de</strong> todo esto son evi<strong>de</strong>ntes.<br />

Sólo <strong>el</strong> Uno existe absolutamente; todo lo <strong>de</strong>más son apariencias. Dios, la<br />

apariencia mayor d<strong>el</strong> Uno, no es absolutamente real, y, por lo tanto, se aparece en<br />

diferentes formas a los distintos pueblos en los varios estadios <strong>de</strong> su <strong>de</strong>sarrollo. En la<br />

India se presentó como, Rama y Krishna, como Shiva y su consorte Kali. A los judíos<br />

se les apareció, como Cristo encarnado. Ninguna <strong>de</strong> estas apariencias tiene mayor<br />

vali<strong>de</strong>z que <strong>las</strong> otras, y la conversión <strong>de</strong> una r<strong>el</strong>igión a otra es, por lo tanto, a la vez<br />

inútil y equivocada. La verda<strong>de</strong>ra r<strong>el</strong>igión es simplemente la experiencia <strong>de</strong> lo<br />

intemporal y trascen<strong>de</strong>nte; los dogmas y los rituales -excepto en cuanto nos inducen a<br />

un contacto directo, con <strong>el</strong> invisible - carecen <strong>de</strong> importancia. No hay ni la menor<br />

evi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> que los misioneros protestantes, en toda su predicación, hayan tenido la<br />

menor experiencia directa d<strong>el</strong> Dios que predican, ni <strong>de</strong> la «liberación», cuya<br />

naturaleza ni siquiera compren<strong>de</strong>n. Su predicación <strong>de</strong> una moralidad superior (si<br />

realmente es así) está sin duda muy bien en su propio camino, pero aun la misma<br />

filantropía sirve <strong>de</strong> muy poco si no nos lleva a la «liberación». «Por medio <strong>de</strong> esas<br />

activida<strong>de</strong>s filantrópicas -se recuerda que <strong>de</strong>cía Ramakrishna -, te estás realmente<br />

haciendo un bien a ti mismo. Si pue<strong>de</strong>s hacer<strong>las</strong> <strong>de</strong>sinteresadamente, tu alma podrá<br />

ser pura y podrás <strong>de</strong>sarrollar <strong>el</strong> amor <strong>de</strong> Dios. Tan pronto como tengas este amor, podrás<br />

experimentar a Dios.»<br />

En los Upanishadas y en la gran epopeya se dicen muchas más cosas sobre <strong>el</strong><br />

bien y <strong>el</strong> mal trascen<strong>de</strong>ntes; y este p<strong>el</strong>igro que pue<strong>de</strong> llevar a la negación <strong>de</strong> todo<br />

código moral como algo puramente r<strong>el</strong>ativo, es capaz <strong>de</strong> aparecer en cualquier forma<br />

<strong>de</strong> misticismo: <strong>de</strong> ahí la insistencia <strong>de</strong> Buda en la necesidad absoluta <strong>de</strong> practicar <strong>las</strong><br />

virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la no-violencia, la compasión y la benevolencia, si se quiere alcanzar <strong>el</strong><br />

nirvana. Para Ramakrishna, sin embargo, <strong>el</strong> bien y <strong>el</strong> mal no tienen ya ningún sentido,<br />

una vez se ha alcanzado la liberación. El mismo mal es solamente una apariencia, y<br />

Dios mora tanto en <strong>el</strong> estafador y en <strong>el</strong> libertino como en <strong>el</strong> hombre honesto.<br />

Ramakrishna tenía lo que hoy llamamos una presencia carismática. No,<br />

solamente gozaba <strong>de</strong> experiencias visionarias y místicas; era también capaz <strong>de</strong><br />

transmitir<strong>las</strong> a los <strong>de</strong>más. Entre todos, <strong>el</strong> más notable fue Swami Vivekananda,<br />

porque él fue <strong>el</strong> que extendió <strong>las</strong> i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> su maestro en América y en Europa, y <strong>el</strong><br />

que fundó la misión Ramakrishna, con sus numerosos centros en los Estados Unidos<br />

y otras partes, y sus monasterios en la misma India.<br />

En 1893, Vivekananda asistió a la primera sesión d<strong>el</strong> Parlamento Mundial <strong>de</strong> <strong>las</strong><br />

R<strong>el</strong>igiones, en Chicago, don<strong>de</strong> causó una gran sensación. Hasta entonces <strong>el</strong><br />

hinduismo había tenido que <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> los incesantes ataques primero <strong>de</strong> los<br />

musulmanes y, <strong>de</strong>spués, <strong>de</strong> los cristianos. Ahora, por primera vez en su historia, en la<br />

persona <strong>de</strong> Vivekananda, <strong>el</strong> hinduismo pudo tomar la ofensiva. Más aún que su<br />

maestro, no veía más que maldad y arrogancia en los intentos que hacían los<br />

cristianos para lograr conversiones. « ¿Acaso quiero yo que los cristianos se hagan<br />

hindúes? - exclamaba -. Dios no lo permita... El cristiano no se ha <strong>de</strong> hacer hindú ni<br />

budista, ni <strong>el</strong> hindú ni <strong>el</strong> budista se han <strong>de</strong> hacer cristianos. Sino que cada r<strong>el</strong>igión ha<br />

<strong>de</strong> asimilar <strong>el</strong> espíritu <strong>de</strong> <strong>las</strong> otras r<strong>el</strong>igiones y a la vez preservar su propia<br />

individualidad y crecer <strong>de</strong> acuerdo con sus propias leyes <strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollo.»<br />

Hay mucha sabiduría en estas palabras, y en nuestro último capítulo<br />

intentaremos analizar y distinguir lo que contienen <strong>de</strong> aceptable y <strong>de</strong> inadmisible para<br />

los católicos.<br />

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