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el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...

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Prescindir d<strong>el</strong> principio <strong>de</strong> <strong>las</strong> r<strong>el</strong>aciones humanas es la meta a la que aspiran los budistas.<br />

Pero <strong>el</strong> principio fundamental <strong>de</strong> <strong>las</strong> r<strong>el</strong>aciones humanas nunca se pue<strong>de</strong><br />

<strong>el</strong>iminar. Las sensaciones d<strong>el</strong> oído y <strong>de</strong> la vista; los <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> beber, <strong>de</strong> comer y <strong>de</strong> la<br />

sexualidad; y los sentimientos <strong>de</strong> alegría, ira, pesar, y placer, proce<strong>de</strong>n <strong>de</strong> la naturaleza<br />

humana. Los budistas creen que hasta que un hombre no ha conseguido apartar <strong>de</strong> sí<br />

todas estas cosas no pue<strong>de</strong> alcanzar la realidad. Pero creo que este camino es contrario<br />

a la realidad.<br />

De acuerdo, ¿pero qué es la naturaleza humana? Porque <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la misma tradición<br />

d<strong>el</strong> confucianismo Mencio había afirmado que la naturaleza humana era esencialmente<br />

buena, mientras que Hsun Tzu dijo que era mala. El gran neoconfuciano, Chu Hsi, como<br />

ya hemos visto, cortó <strong>el</strong> nudo gordiano y afirmó que existían dos naturalezas en <strong>el</strong><br />

hombre, una que se <strong>de</strong>rivaba d<strong>el</strong> espíritu (Li) que era esencialmente buena, y otra que<br />

procedía <strong>de</strong> la materia que <strong>el</strong> hombre hereda <strong>de</strong> los animales y está dominada por los<br />

instintos <strong>de</strong> la sensualidad y la codicia. Este <strong>el</strong>emento material es moralmente neutro;<br />

según sean sus componentes, pue<strong>de</strong> inclinarse hacia <strong>el</strong> espíritu o caer en un niv<strong>el</strong><br />

puramente animal.<br />

Las palabras chinas que hemos traducido por «espíritu» y «materia» son Lí y Ch'i.<br />

Examinemos más <strong>de</strong>tenidamente lo que se quiere <strong>de</strong>cir con esas palabras. Li, a<strong>de</strong>más.<br />

De espíritu, significa también conciencia y razón; correspon<strong>de</strong> casi exactamente a lo que<br />

los griegos llamaban logos, <strong>el</strong> principio racional que existe en <strong>el</strong> universo y que hace<br />

que <strong>las</strong> cosas sean lo que son. Se le llama también <strong>el</strong> «Supremo último» y tiene mucho<br />

<strong>de</strong> común con <strong>el</strong> motor inmóvil <strong>de</strong> Aristót<strong>el</strong>es. Es también <strong>el</strong> Uno proclamado por <strong>el</strong><br />

Mahayana y los taoístas; pero no es <strong>el</strong> Uno <strong>de</strong> Shankara (p. 70) y su Vedanta no dualista,<br />

porque no excluye la pluralidad. Como dice Chu Hsi:<br />

Des<strong>de</strong> <strong>el</strong> principio hasta <strong>el</strong> final, Li, la única realidad, es uno, pero millones <strong>de</strong> cosas<br />

participan <strong>de</strong> él para adquirir esencia. Cada cosa particular constituye un Supremo último<br />

en sí mismo. ¿Está, por lo tanto, dividido <strong>el</strong> Supremo último? La respuesta es: <strong>el</strong><br />

Supremo último es uno, pero cada cosa participa <strong>de</strong> él <strong>de</strong> tal manera que cada una <strong>de</strong><br />

<strong>las</strong> cosas forma un Supremo último. Es exactamente como la luna que es una, pero que<br />

se refleja en diversos ríos y lagos y se ve en todas partes. No po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir que la luna<br />

se haya fragmentado.<br />

Por lo tanto, Li, <strong>el</strong> Logos, es la luz que se ha reflejado <strong>de</strong> distintas maneras en <strong>el</strong> alma<br />

humana (y es una i<strong>de</strong>a que encontramos también <strong>de</strong>sarrollada <strong>de</strong> una manera<br />

in<strong>de</strong>pendiente en la India), y esta luz reflejada es <strong>el</strong> yo esencial <strong>de</strong> cada uno <strong>de</strong> los seres<br />

humanos. El hombre, sin embargo, es un compuesto indisoluble <strong>de</strong> Li y ch'i, <strong>de</strong> espíritu<br />

racional y <strong>de</strong> materia irracional; y como esto es verdad d<strong>el</strong> hombre como microcosmos,<br />

ha <strong>de</strong> ser también verdad d<strong>el</strong> universo como macrocosmos. Li, <strong>el</strong> Logos, es anterior a<br />

Ch'i, la materia, en <strong>el</strong> or<strong>de</strong>n d<strong>el</strong> ser, aunque no necesariamente en <strong>el</strong> or<strong>de</strong>n d<strong>el</strong> tiempo,<br />

porque Li es por <strong>de</strong>finición intemporal. Según Chu Hsi, «es difícil afirmar <strong>de</strong> una manera<br />

<strong>de</strong>finitiva si existe algún or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> prioridad entre Li y Ch'i. Pero si nos remontamos hasta<br />

<strong>el</strong> principio, tenemos que admitir que Li es anterior. Con todo, Li no es in<strong>de</strong>pendiente <strong>de</strong><br />

Ch'i; más bien Li está inherente en ch'i. Si no existiera Ch'i, no habría lugar don<strong>de</strong> pudiese<br />

estar Li».<br />

La materia, por lo tanto, está inhabitada por <strong>el</strong> espíritu racional, <strong>el</strong> Logos: la materia<br />

es <strong>el</strong> locus d<strong>el</strong> Logos. Los dos <strong>el</strong>ementos son separables en <strong>el</strong> pensamiento pero no en<br />

la realidad. Lo real es uno, no dos; existe una unidad en la multiplicidad, <strong>el</strong> principio <strong>de</strong> la<br />

unidad es Li, <strong>el</strong> <strong>de</strong> la multiplicidad es Ch'i. Li es <strong>el</strong> Dios inmanente que perva<strong>de</strong> e<br />

inhabita <strong>el</strong> universo. ¿Es también <strong>el</strong> Dios trascen<strong>de</strong>nte que dirige <strong>el</strong> universo?<br />

Le preguntaron a Chu Hsi: «En los "Clásicos" encontramos <strong>las</strong> siguientes sentencias:<br />

"El Señor d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o imparte la int<strong>el</strong>igencia al pueblo. El ci<strong>el</strong>o asigna una gran misión a los<br />

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