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el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...

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<strong>de</strong> ser iniciado en los secretos <strong>de</strong> «la unidad divina y <strong>las</strong> verda<strong>de</strong>s últimas». Estas<br />

«verda<strong>de</strong>s» <strong>las</strong> conocemos con suficiente claridad por los dichos que se recuerdan <strong>de</strong><br />

este hombre extraordinario.<br />

En un libro anterior, Hindu and Muslim Mysticism, he intentado mostrar que todos<br />

estos dichos, que van más allá <strong>de</strong> lo que cualquier sufí, por «embriagado» que estuviera,<br />

haya podido <strong>de</strong>cir, pue<strong>de</strong>n encontrar su paral<strong>el</strong>o en los Upanishadas y en los principales<br />

textos hindúes. Po<strong>de</strong>mos inferir, por lo tanto, que Abu Yazid absorbió <strong>las</strong> i<strong>de</strong>as d<strong>el</strong><br />

hinduismo, o, más específicamente, <strong>las</strong> i<strong>de</strong>as d<strong>el</strong> Vedanta no dualista, aun sin<br />

conocer<strong>las</strong>. Tenemos que recordar que en <strong>el</strong> hinduismo se hacía la distinción entre<br />

Brahman, <strong>el</strong> Absoluto intemporal e impersonal, por una parte, y <strong>el</strong> Dios creador por otra,<br />

y que, mientras para <strong>el</strong> Vedanta no dualista Dios era una mera apariencia <strong>de</strong> Brahman,<br />

<strong>el</strong> posterior Vedanta dualista o semidualista consi<strong>de</strong>raban a Dios como la fuente tanto<br />

d<strong>el</strong> ser intemporal (Brahman) como d<strong>el</strong> universo espacio-temporal que nos es familiar.<br />

El Islam, por <strong>de</strong>sgracia, no tenía nada que correspondiera al concepto <strong>de</strong> Brahman:<br />

sólo hay un Ser sin tiempo y sin espacio, y éste es Dios, porque «todas <strong>las</strong> cosas son<br />

perece<strong>de</strong>ras, excepto su faz». ¿Qué pue<strong>de</strong>, por lo tanto, <strong>de</strong>cir <strong>el</strong> místico cuando <strong>de</strong><br />

repente se ve, por así <strong>de</strong>cir, caer en un estado fuera d<strong>el</strong> tiempo en un modo <strong>de</strong> ser en <strong>el</strong><br />

que todo era Uno y no podían ver ningún tipo <strong>de</strong> diferencia?<br />

Abu Yazid no dudó en sacar la conclusión que le parecía más obvia: era idéntico a<br />

Dios. Y, por lo tanto, « ¡A mí la gloria! - exclamaba -. ¡Qué gran<strong>de</strong> es mi gloria!», o, con<br />

otra versión: «A mí la gloria, yo soy <strong>el</strong> Señor Altísimo», o, con otras palabras: «<br />

¡Verda<strong>de</strong>ramente, yo soy, no hay otro Dios sino yo, por lo tanto, adoradme!»<br />

Ya nos hemos encontrado antes con esta experiencia en la tradición hindú y hemos<br />

visto que los hindúes podían explicar este sentido <strong>de</strong> la unicidad absoluta que han<br />

experimentado tantos místicos no como <strong>el</strong> percatamiento, <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>ntidad d<strong>el</strong> alma con <strong>el</strong><br />

Absoluto, sino simplemente como la infraccionable unicidad d<strong>el</strong> «yo trascen<strong>de</strong>nte» tal<br />

como existe ante los ojos <strong>de</strong> Dios en la eternidad.<br />

No es necesario <strong>de</strong>cir que estas y semejantes afirmaciones <strong>de</strong> Abu Yazid provocaron<br />

una consi<strong>de</strong>rable alarma en los círculos ortodoxos, y no menor entre los sufíes que<br />

todavía querían mantenerse en la ortodoxia. El principal <strong>de</strong> <strong>el</strong>los, Al-Junayd, para evitar<br />

un gran escándalo, se <strong>de</strong>dicó a escribir un comentario sobre los dichos <strong>de</strong> su extraño<br />

pre<strong>de</strong>cesor, y puso <strong>de</strong> r<strong>el</strong>ieve, como habían hecho los teístas hindúes en circunstancias<br />

semejantes, que cuando Abu Yazid habla <strong>de</strong> la «unidad», él sólo piensa que ha<br />

alcanzado la unidad <strong>de</strong> la divinidad; lo que realmente ha alcanzado es «<strong>el</strong> fundamento<br />

<strong>de</strong> sus raíces finitas», y esto es «solamente <strong>el</strong> principio <strong>de</strong> lo que se pue<strong>de</strong> esperar <strong>de</strong><br />

uno que cuenta entre los <strong>el</strong>egidos».<br />

Al-Junayd, que quizá sea <strong>el</strong> místico más profundo que haya tenido <strong>el</strong> Islam, teniendo<br />

presente la tradición (evi<strong>de</strong>ntemente, basada en <strong>el</strong> Génesis) <strong>de</strong> que Adán fue creado «a<br />

imagen <strong>de</strong> Dios», vio que si <strong>el</strong> alma tenía que captarse tal como era eternamente ante<br />

los ojos <strong>de</strong> Dios, tenía que <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> todos sus atributos puramente humanos, es<br />

<strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> su «yo empírico», y «ser como era antes <strong>de</strong> ser: se tenía que realizar tal como<br />

era en la mente <strong>de</strong> Dios. Esto no quería <strong>de</strong>cir, sin embargo, que <strong>de</strong>biera apartarse <strong>de</strong><br />

este mundo; porque Dios, aunque es eterno en su esencia, también actúa en <strong>el</strong> tiempo.<br />

El hombre, por lo tanto, <strong>de</strong>be imitar a Dios en todas <strong>las</strong> cosas: fundamentado en Dios en<br />

su eterno reposo, <strong>de</strong>be realizar la voluntad <strong>de</strong> Dios sobre la tierra, permitiendo<br />

pasivamente a Dios que actúe a través <strong>de</strong> él. No se pue<strong>de</strong>n abandonar <strong>las</strong> buenas obras<br />

apoyándose en la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que en la eternidad no existen obras ni buenas ni ma<strong>las</strong>,<br />

puesto que no existe ni espacio ni tiempo, y, por lo tanto, toda acción es imposible. «En<br />

mi opinión -dice Al-Junayd -, ésta es una doctrina monstruosa. Un fornicador o un ladrón<br />

es mejor que la gente que habla así.» «Los que conocen a Dios, - continúa diciendo -<br />

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