10.05.2013 Views

el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...

el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...

el cristianismo y las grandes religiones de oriente - FUNDACIÓN ...

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

afectar también a la Iglesia posterior a la Reforma. Finalmente, la con<strong>de</strong>nación d<strong>el</strong><br />

quietismo, durante <strong>el</strong> siglo XVII, hizo sospechoso cualquier tipo <strong>de</strong> misticismo.<br />

Parece realmente provi<strong>de</strong>ncial que la gran tradición mística <strong>de</strong> <strong>oriente</strong> llegase al<br />

conocimiento <strong>de</strong> <strong>las</strong> occi<strong>de</strong>ntales en <strong>el</strong> preciso momento en que su propia tradición<br />

mística había <strong>de</strong>caído. ¿Estaría llamada la sabiduría <strong>de</strong> Asia a restaurar <strong>el</strong> equilibrio <strong>de</strong><br />

la Iglesia, cuando parecía que todavía estaba convaleciendo <strong>de</strong> <strong>las</strong> heridas, que le causó<br />

la Reforma?<br />

La Iglesia católica ha procedido ciertamente con lentitud en reconocer y admitir toda<br />

la verdad que cualquier hombre <strong>de</strong> buena voluntad pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir en <strong>las</strong> r<strong>el</strong>igiones<br />

orientales. Tiempo ha que <strong>de</strong>bíamos habernos preguntado con gozo en nuestro corazón:<br />

« ¿Buscarán a tientas su camino hacia Él? ¿Lo encontrarán?» ¿Por qué no? Pues,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo, «no está tan lejos <strong>de</strong> cada uno <strong>de</strong> nosotros. Porque <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> Él<br />

vivimos, nos movemos y existimos.»<br />

Pero recientemente parece que <strong>las</strong> cosas han cambiado para mejor. Los católicos,<br />

guiados en esto como en muchas otras cosas, han llegado a compren<strong>de</strong>r hasta qué<br />

punto <strong>las</strong> técnicas orientales <strong>de</strong> meditación, tanto si se trata d<strong>el</strong> Yoga <strong>de</strong> la India como<br />

d<strong>el</strong> Zen en <strong>el</strong> Japón, pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>sarrollar y profundizar su propia vida cristiana <strong>de</strong> oración,<br />

porque estas técnicas no solamente tienen como fin liberar al espíritu <strong>de</strong> su <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia<br />

d<strong>el</strong> cuerpo, sino que emplean al mismo cuerpo para obtener sus resultados. Y estas,<br />

técnicas se pue<strong>de</strong>n emplear en servicio <strong>de</strong> cualquier r<strong>el</strong>igión, o aun <strong>de</strong> un trabajo<br />

profano, precisamente porque ni <strong>el</strong> hinduismo ni <strong>el</strong> budismo, están dominados por una<br />

teología <strong>de</strong>terminada.<br />

Existe, ciertamente, un p<strong>el</strong>igro; pero este p<strong>el</strong>igro se da solamente si confundimos la<br />

parte con <strong>el</strong> todo, si tomamos nuestra propia alma, en su unidad intemporal, por <strong>el</strong> Dios<br />

vivo. Según <strong>el</strong> gran místico musulmán, Al-Junayd <strong>de</strong> Bagdad, no es solamente un<br />

p<strong>el</strong>igro, sino una trampa que <strong>el</strong> mismo Señor le pone al místico, que en su progreso ha<br />

llegado a olvidarse d<strong>el</strong> temor <strong>de</strong> Dios, que se ha olvidado que «es cosa horrenda caer en<br />

<strong>las</strong> manos d<strong>el</strong> Dios vivo» (Heb 10, 31). Un hombre así pue<strong>de</strong>, ciertamente, confundir su<br />

propia alma con <strong>el</strong> mismo Dios, y esto pue<strong>de</strong> ocurrir en cualquier tradición mística, sea<br />

hindú, budista o musulmana; y en cada una <strong>de</strong> estas tradiciones este error pue<strong>de</strong> ser<br />

evitado por los místicos que han tenido <strong>las</strong> dos experiencias, la d<strong>el</strong> aislamiento d<strong>el</strong> yo<br />

trascen<strong>de</strong>nte e intemporal y la <strong>de</strong> la sobrecogedora irrupción d<strong>el</strong> amor <strong>de</strong> Dios en <strong>el</strong><br />

alma. Es fácil <strong>de</strong> cometer <strong>el</strong> error; más aún, es casi inevitable, porque <strong>el</strong> «hombre fue<br />

hecho a la imagen y semejanza <strong>de</strong> Dios», y a no ser que conozca a Dios por la fe, o<br />

todavía mejor, por la experiencia, difícilmente podrá evitar <strong>el</strong> error <strong>de</strong> confundir la<br />

imagen, purificada por <strong>el</strong> ascetismo y la total separación <strong>de</strong> todas <strong>las</strong> cosas temporales,<br />

con <strong>el</strong> Dios vivo <strong>de</strong> quien es reflejo la imagen. Esta «trampa» que coloca Dios al alma<br />

impru<strong>de</strong>nte la ha analizado con palabras inolvidables <strong>el</strong> filósofo y místico judío<br />

contemporáneo Martin Buber:<br />

Ahora bien, por mi propia inolvidable experiencia, sé muy bien que existe un estado<br />

en <strong>el</strong> que los vínculos <strong>de</strong> la naturaleza personal <strong>de</strong> la vida parecen alejarse <strong>de</strong> nosotros,<br />

y experimentamos entonces una unidad indivisa. Pero no sé que con esto haya<br />

alcanzado lo que <strong>el</strong> alma gustosamente se imagina y aun no pue<strong>de</strong> menos que<br />

imaginarse (como me ocurrió a mí mismo) la unión con <strong>el</strong> ser primero o la divinidad.<br />

Sería una exageración que no le es permitida al conocimiento responsable. De una<br />

manera responsable - es <strong>de</strong>cir, como hombre que se mantiene en su puesto ante la<br />

realidad <strong>de</strong> estas experiencias sólo puedo <strong>de</strong>ducir que en <strong>el</strong><strong>las</strong> he alcanzado una<br />

indiferenciable unidad <strong>de</strong> mí mismo sin forma ni contenido. Podríamos llamarla una<br />

unidad prebiográfica y suponer que se mantiene inmutable por encima <strong>de</strong> todos los<br />

cambios biográficos, todos los <strong>de</strong>sarrollos y <strong>las</strong> complicaciones d<strong>el</strong> alma. Pero, a pesar<br />

75

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!