Untitled - Defensor del Pueblo
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democracia, porque sólo mediante ésta es posible reformular el discurso, en<br />
nuestro caso, de los derechos humanos.<br />
La democracia como espacio de querella discursiva permite no sólo disentir<br />
sino plantear el devenir, la democracia consiste siempre en un pensar en devenir,<br />
la democracia permite innovar, posibilita la deconstrucción de figuras pétreas<br />
conservadoras que encubren la violencia simbólica antes mencionada.<br />
En una sociedad como la boliviana, en la que un sinnúmero de voces, de<br />
racionalidades, de imágenes toman la palabra y empiezan a hablar por sí mismas<br />
y en nombre de ellas mismas, la democracia como un espacio de querella<br />
discursiva se constituye en la única posibilidad <strong>del</strong> replanteamiento y la<br />
reformulación discursiva planteada en el presente texto.<br />
La democracia se plantea entonces no sólo en una emancipación, en una<br />
liberación <strong>del</strong> individuo (visión moderna de la democracia), sino en una emancipación<br />
y liberación de las diferencias, de las colectividades, de las comunidades. En la<br />
medida en que éstas colectividades, estas diferencias e identidades múltiples se<br />
expresan ponen en circulación sus propias imágenes <strong>del</strong> mundo y sus distintas<br />
formas de interpretar y entender el devenir de la naturaleza humana.<br />
Este posible caos de distintas imágenes-mundo y naturalezas humanas<br />
favorece ya no la visión liberal de la tolerancia sino de la noción de hospitalidad.<br />
Entendamos, en la tolerancia hay alguien que tolera y otro que es tolerado, aún<br />
hay una relación de poder y en consecuencia de centralidad, pues el que tolera,<br />
se podría decir que soporta en base a determinados límites al otro, a la otredad,<br />
en cambio en la hospitalidad sucede algo radicalmente distinto. La hospitalidad<br />
supone un acoger al otro, por ejemplo cuando decimos compórtate en mi casa como<br />
si estuvieras en tu casa, no significa que toleraré tus comportamientos, sino que<br />
los aceptaré y te mostraré los míos para poder convivir, nunca en un régimen<br />
de homogeneidad, sino en la complejidad de la diferencia y en consecuencia,<br />
en la gestión <strong>del</strong> conflicto, en la gestión de esa complejidad.<br />
Vivir en un mundo de complejidades, en un mundo de múltiples imágenes<br />
<strong>del</strong> mundo, de múltiples naturalezas humanas en devenir, supone experimentar<br />
la libertad como una oscilación continua entre la pertenencia (lo propio) y el<br />
extrañamiento (la otredad), sin eliminar al antagónico, sin obligar al otro a ser<br />
lo uno (lo propio).<br />
treinta y uno