Untitled - Defensor del Pueblo

cincuenta
Derechos Humanos y Asamblea Constituyente, tomar el cielo por asalto
El cuestionamiento al modelo monocivilizatorio, monoestatal, monocultural
y centralista, así como, la afirmación del pluralismo de formas civilizatorias, estatales,
culturales y de profundización de la descentralización político-administrativa,
aparecen como los nuevos contenidos y códigos del discurso político.
En este eje de discursividad debe rescatarse la visión de pluralismo que
implica el reconocimiento de las limitaciones individuales y colectivas en
pretensión de un universalismo. Así ninguna cultura está en posibilidad de
contener lo universal y el mejor mundo posible por sí sola, en este sentido la
denominada naturaleza humana desarrollarse en una diversidad de modos, en
varias culturas y formas de vida y que todas ellas pueden ser respetables.
El pluralismo por tanto comprenderse en este contexto, en la posibilidad
de reflexionar la no centralidad de lo propio, aunque sí de su dignidad. La
igualdad política en esta discursividad de pluralismo no consiste en que todos
comparten las mismas ideas y fines sino del derecho a practicar su libertad
cultural en espacios políticos compartidos, la pluralidad que supone la construcción
de un espacio de hospitalidad para convivir, vivir juntos en dignidad de lo mío
y de lo otro, es decir en respeto de la otredad.
Al respecto, la demanda del reconocimiento de las identidades colectivas
que expresan sistemas de socialización, pertenencia, gobierno y desarrollo de
los sujetos individuales y colectivos, viene a ser uno de los rasgos de mayor
profundización de los imaginarios en las propuestas de los movimientos sociales,
los mismos que no habían sido institucionalizados ni reconocidos en su
profundidad en el pasado reciente.
Dos contenidos sustanciales aparecen como potenciales organizadores de
las identidades colectivas, dirigidas al reconocimiento de la diferencia: a) la
identidad indígena-campesina, que en su radicalidad interpelatoria cuestiona
al fondo histórico de constitución de la sociedad y el Estado boliviano y, b) las
identidades regionales y sociales que afirman la necesidad de profundizar la
descentralización político-administrativa del Estado.
Respecto a las identidades indígena-campesinas el cuestionamiento está
dirigido al carácter del Estado republicano: la exclusión social, el monoculturalismo
y la configuración de una sociedad monocivilizatoria. Desde la crítica al Estado
republicano como una versión más de la extensión colonial sobre las sociedades
y pueblos originarios, se cuestiona los proyectos de modernidad que han