Untitled - Defensor del Pueblo
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cuarenta<br />
Derechos Humanos y Asamblea Constituyente, tomar el cielo por asalto<br />
El poder nos obliga a producir la verdad, dado que la exige y la necesita para<br />
funcionar, estamos forzados, condenados a confesar la verdad o a encontrarla. El<br />
poder no cesa de cuestionar, de cuestionarnos; no cesa de investigar, de registrar;<br />
institucionaliza la búsqueda de la verdad, la profesionaliza, la recompensa.<br />
Tenemos que producir la verdad, <strong>del</strong> mismo modo que al fin y al cabo<br />
tenemos que producir riquezas y tenemos que producir una para poder producir<br />
las otras (Foucault, 2003).<br />
Por el otro lado, estamos igualmente sometidos a la verdad, en el sentido<br />
de que ésta es ley; el que decide, al menos en parte, es el discurso verdadero;<br />
él mismo vehiculiza y propulsa efectos de poder.<br />
Después de todo somos juzgados, condenados, clasificados, obligados a<br />
cumplir tareas, destinados a cierta manera de vivir o a cierta manera de morir,<br />
en función de discursos verdaderos que llevan consigo efectos específicos de<br />
poder (Foucault, 2001).<br />
Ahora, si el régimen de verdad se encuentra indagado, el flujo de poder en<br />
indeterminación. O dicho al revés, sólo se puede indagar el régimen de verdad<br />
si se pone en suspenso los dispositivos de poder que lo sostienen. Por ejemplo<br />
si se indagó la presidencia de Gonzalo Sánchez de Lozada en consecuencia<br />
también se cuestionó el régimen de verdad que lo sostenía, la Constitución<br />
Política <strong>del</strong> Estado y la imposibilidad de una revocatoria de mandato, además<br />
indagó la utilidad de la Constitución y todo condujo a proponer una Asamblea<br />
Constituyente para cambiar el régimen de verdad en este y en otros puntos.<br />
Entonces nace el espacio democrático como querella, como espacio de<br />
confrontación, en el cual los distintos agentes políticos juegan sus cartas en<br />
busca de una reconstrucción de la hegemonía discursiva.<br />
Se había dicho anteriormente que existen ejes o circuitos de representación<br />
que se encuentran elevando sus propuestas para esta reconstrucción discursiva y<br />
hegemónica, primero de los dispositivos de poder, luego de los saberes que<br />
acompañan a este poder. El debate se sostiene no desde el texto constitucional,<br />
sino desde los imaginarios en debate, éstos entendidos como la posición (en un<br />
colectivo anónimo, pero muchas veces representado por determinados agentes en<br />
posición política) de un conjunto de significaciones a significantes en pugna.<br />
Son estos colectivos los que se encuentran en la querella, cada uno con los<br />
imaginarios que portan acerca de cómo debería ser la sociedad boliviana