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cuaderno de actividades filosofia 2 - Sitio del grupo Web

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FILOSOFÍA II<br />

Martin la gente vivía tan apiñada, las casas estaban tan juntas una <strong>de</strong> otra, todas <strong>de</strong> cinco y<br />

hasta seis pisos, que no se veía el cielo y el aire se inmovilizaba sobre el suelo como en<br />

húmedos canales atiborrados <strong>de</strong> olores que se mezclaban entre sí: olores <strong>de</strong> hombres y<br />

animales, <strong>de</strong> comida y enfermedad, <strong>de</strong> agua, piedra, cenizas y cuero, jabón, pan recién<br />

cocido y huevos que se hervían en vinagre, fi<strong>de</strong>os y latón bruñido, salvia, cerveza y<br />

lágrimas, grasa y paja húmeda y seca. Miles y miles <strong>de</strong> aromas formaban un caldo invisible<br />

que llenaba las callejuelas estrechas y rara vez se volatizaba en los tejados y nunca en el<br />

suelo. Los seres humanos que allí vivían ya no olían a nada especial en este caldo; <strong>de</strong><br />

hecho, había surgido <strong>de</strong> ellos y los había empapado una y otra vez, era el aire que<br />

respiraban y <strong>de</strong>l que vivían, era como un ropaje cálido, llevado largo tiempo, que ya no<br />

podían oler y ni siquiera sentían sobre la piel. En cambio, Grenouille lo olía todo como por<br />

primera vez y no sólo olía el conjunto <strong>de</strong> este caldo, sino que lo dividía analíticamente en<br />

sus partes más pequeñas y alejadas. Su finísimo olfato <strong>de</strong>senredaba el ovillo <strong>de</strong> aromas y<br />

tufos, obteniendo hilos sueltos <strong>de</strong> olores fundamentales indivisibles. Destramarlos e<br />

hilarlos le causaba un placer in<strong>de</strong>scriptible.<br />

Se <strong>de</strong>tenía a menudo, apoyándose en la pared <strong>de</strong> una casa o <strong>de</strong> una esquina oscura, con<br />

los ojos cerrados, la boca entreabierta y las ventanas <strong>de</strong> la nariz hinchadas, como un pez<br />

voraz en aguas caudalosas, oscuras y lentas. Y cuando por fin un hálito <strong>de</strong> aire le traía el<br />

extremo <strong>de</strong> un fino hilo odorífero, lo aprisionaba y ya no lo <strong>de</strong>jaba escapar, ya no olía nada<br />

más que este aroma <strong>de</strong>terminado, lo retenía con firmeza, lo inspiraba y lo almacenaba para<br />

siempre.<br />

Podía ser un olor muy conocido o una variación, pero también podía tratarse <strong>de</strong> uno muy<br />

nuevo, sin ninguna semejanza con ningún otro <strong>de</strong> los que había olido hasta entonces y,<br />

menos aún, visto: el olor <strong>de</strong> la seda planchada, por ejemplo; el olor <strong>de</strong> un té <strong>de</strong> serpol, el <strong>de</strong><br />

un trozo <strong>de</strong> brocado recamado en plata, el <strong>de</strong>l corcho <strong>de</strong> una botella <strong>de</strong> vino especial, el <strong>de</strong><br />

un peine <strong>de</strong> carey. Grenouille iba a la caza <strong>de</strong> estos olores todavía <strong>de</strong>sconocidos para él, los<br />

buscaba con la pasión y la paciencia <strong>de</strong> un pescador y los almacenaba <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sí.<br />

Cuando se cansaba <strong>de</strong>l espeso caldo <strong>de</strong> las callejuelas, se iba a lugares más ventilados,<br />

don<strong>de</strong> los olores eran más débiles, se mezclaban con el viento y se extendían casi como un<br />

perfume; en el mercado <strong>de</strong> les Halles, por ejemplo, don<strong>de</strong> en los olores <strong>de</strong>l atar<strong>de</strong>cer aún<br />

seguía viviendo el día, invisible pero con gran claridad, como si aún se apiñaran allí los<br />

ven<strong>de</strong>dores, como si aún continuaran allí las banastas llenas <strong>de</strong> hortalizas y huevos, las<br />

tinajas llenas <strong>de</strong> vino y vinagre, los sacos <strong>de</strong> cereales, patatas y harina, las cajas <strong>de</strong> clavos y<br />

tornillos, los mostradores <strong>de</strong> carne, las mesas cubiertas <strong>de</strong> telas, vasijas y suelas <strong>de</strong><br />

zapatos y centenares <strong>de</strong> otras cosas que se vendían durante el día... toda la actividad estaba<br />

hasta el menor <strong>de</strong>talle presente en el aire que había <strong>de</strong>jado atrás. Grenouille veía el mercado<br />

entero con el olfato, si se pue<strong>de</strong> expresar así. Y lo olía con más exactitud <strong>de</strong> la que muchos<br />

lo veían, ya que lo percibía en su interior y por ello <strong>de</strong> manera más intensa: como la esencia,<br />

el espíritu <strong>de</strong> algo pasado que no sufre la perturbación <strong>de</strong> los atributos habituales <strong>de</strong>l<br />

presente, como el ruido, la algarabía, el repugnante hacinamiento <strong>de</strong> los hombres.<br />

O se dirigía allí don<strong>de</strong> su madre había sido <strong>de</strong>capitada, la Place <strong>de</strong> Grève, que se metía en<br />

el río como una gran lengua. Había barcos embarrancados en la orilla o atracados, que olían<br />

a carbón, a grano, a heno y a sogas húmedas.<br />

Y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el oeste llegaba por esta vía única trazada por el río a través <strong>de</strong> la ciudad una<br />

corriente <strong>de</strong> aire más ancha que traía aromas <strong>de</strong>l campo, <strong>de</strong> las pra<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> Neuilly, <strong>de</strong> los<br />

bosques entre Saint-Germain y Versalles, <strong>de</strong> ciuda<strong>de</strong>s muy lejanas como Ruán o Caen y<br />

muchas veces incluso <strong>de</strong>l mar. El mar olía como una vela hinchada que hubiera aprisionado<br />

agua, sal y un sol frío. El mar tenía un olor sencillo, pero al mismo tiempo gran<strong>de</strong> y singular,<br />

por lo que Grenouille no sabía si dividirlo en olor a pescado, a sal, a agua, a algas, a frescor,<br />

CUADERNO DE ACTIVIDADES DE CONSOLIDACIÓN Y RETROALIMENTACIÓN<br />

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