cuaderno de actividades filosofia 2 - Sitio del grupo Web
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FILOSOFÍA II<br />
predominantemente jurídico que lo acerca mucho más a juristas como Gregorio López,<br />
Mendoza y sobre todo Vázquez <strong>de</strong> Menchaca, que a teólogos como Vitoria, Soto y Suárez.<br />
Toda su argumentación arranca, como en su maestro, <strong>de</strong> una ley y <strong>de</strong> un hecho: la ley<br />
natural <strong>de</strong> que lo imperfecto <strong>de</strong>be someterse a lo perfecto, y el hecho <strong>de</strong> que los indios “en<br />
pru<strong>de</strong>ncia, ingenio, virtud y humanidad son tan inferiores a los españoles como los niños a<br />
los adultos”.<br />
Ambas premisas, la teórica y la práctica, enunciadas con esta generalidad, tal vez nunca<br />
hubieran sido controvertidas, pues eran susceptibles <strong>de</strong> interpretaciones muy diversas y<br />
conciliables, por lo mismo, con posiciones muy opuestas; pero las que les daba Sepúlveda<br />
tenían por fuerza que suscitar contradicción porque eran rigurosamente aristotélicas, y con<br />
dificultad podían armonizarse con los principios cristianos, como él mismo intentó en vano<br />
hacerlo.<br />
Su i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la ley natural era confusa, cuando no abiertamente errónea; unas veces<br />
entien<strong>de</strong> por ella, como los jurisconsultos romanos, “lo que la naturaleza enseñó a todos<br />
los animales”, otras la confun<strong>de</strong> con el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> gentes, y hasta cuando la <strong>de</strong>fine, según<br />
la doctrina corriente, como la participación <strong>de</strong> la luz divina por la mente humana, <strong>de</strong>svirtúa<br />
su sentido tradicional al afirmar, recogiendo la objeción que hace Leopoldo <strong>de</strong> que en cada<br />
sitio cada cual piensa <strong>de</strong> distinta manera, que su luz es más clara en los que son más<br />
inteligentes y hay que atenerse al dictamen <strong>de</strong> los pru<strong>de</strong>ntes y estudiosos. Y todavía, como<br />
si fuera <strong>de</strong> poca monta esta enorme restricción que convierte a la ley natural en privilegio <strong>de</strong><br />
unos cuantos en vez <strong>de</strong> ser patrimonio <strong>de</strong> toda la humanidad, llega a <strong>de</strong>cir arrastrada por la<br />
omnímoda autoridad que conce<strong>de</strong> a Aristóteles, que sus palabras son “no preceptos <strong>de</strong> un<br />
filósofo, sino leyes <strong>de</strong> la naturaleza y <strong>de</strong>cretos <strong>de</strong> la recta razón”. I<strong>de</strong>ntificado, pues, el<br />
<strong>de</strong>recho natural con la doctrina aristotélica, ya no tiene que preocuparse <strong>de</strong> probar el valor<br />
ni el alcance <strong>de</strong> la ley que manda que lo imperfecto se someta a lo perfecto; basta y sobra<br />
con que así lo haya dicho Aristóteles, cuyas palabras va traduciendo en el Democrates alter<br />
casi al pie <strong>de</strong> la letra, sobre todo en el capítulo en que Aristóteles afirma que en virtud <strong>de</strong><br />
este principio la forma presi<strong>de</strong> y domina a la materia, el alma al cuerpo, el varón a la mujer,<br />
el padre a los hijos y el adulto a los niños, sin reparar ni por asomo en que esas distintas<br />
subordinaciones son <strong>de</strong> tipo muy diverso; al contrario, concluye victoriosamente:<br />
Esto mismo se verifica entre unos y otros hombres; habiendo unos que por naturaleza son<br />
señores, otros que por naturaleza son siervos. Los que exce<strong>de</strong>n a los <strong>de</strong>más en pru<strong>de</strong>ncia e<br />
ingenio, aunque no en fuerzas corporales, éstos son por naturaleza los señores; por el<br />
contrario los tardíos y perezosos <strong>de</strong> entendimiento, aunque tengan fuerzas corporales para<br />
cumplir todas las obligaciones necesarias, son por naturaleza siervos, y es justo y útil que<br />
lo sean y aun lo vemos sancionado en la misma ley divina. Porque escrito está en el libro <strong>de</strong><br />
los Proverbios: el que es necio, servirá al que es sabio. Tales son las gentes bárbaras e<br />
inhumanas, ajenas a la vida civil y a las costumbres pacíficas.<br />
Por ser ésta una exigencia <strong>de</strong> la naturaleza, pue<strong>de</strong> y <strong>de</strong>be realizarse aun con el concurso<br />
<strong>de</strong> las armas. Sepúlveda sostiene que es justa causa <strong>de</strong> guerra “someter con las armas, si<br />
por otro camino no es posible, a aquellos que por condición natural <strong>de</strong>ben obe<strong>de</strong>cer a otros<br />
y rehusar su imperio”; esa condición natural que les obliga a la sumisión consiste en<br />
“torpeza <strong>de</strong> entendimiento y costumbres inhumanas y bárbaras”; está justificada por este<br />
principio <strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho natural: “lo perfecto <strong>de</strong>be imperar y dominar sobre lo imperfecto”; por<br />
lo cual “será siempre justo y conforme al <strong>de</strong>recho natural que tales gentes se sometan al<br />
imperio <strong>de</strong> príncipes y naciones más cultas y humanas para que, merced a sus virtu<strong>de</strong>s y a<br />
la pru<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> sus leyes, <strong>de</strong>pongan su barbarie y se reduzcan a vida más humana y al culto<br />
<strong>de</strong> la virtud”.<br />
CUADERNO DE ACTIVIDADES DE CONSOLIDACIÓN Y RETROALIMENTACIÓN<br />
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