cuaderno de actividades filosofia 2 - Sitio del grupo Web
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FILOSOFÍA II<br />
Nadie, sin personalidad ni lugar social. El criollo vive en un mundo en el que no participa, en<br />
el seno <strong>de</strong> una comunidad con la que apenas le unen tenues vínculos, <strong>de</strong>spojado <strong>de</strong> su<br />
puesto en el trabajo y la vida <strong>de</strong> la sociedad. Su situación es la <strong>de</strong>l <strong>de</strong>splazado.<br />
Su falta <strong>de</strong> puesto en el mundo real, lo obligará a evadirse hacia el reino i<strong>de</strong>al <strong>de</strong> las artes<br />
y el saber. Unido con todos los <strong>de</strong>splazados <strong>de</strong> su mismo mundo, formará un <strong>grupo</strong><br />
reducido <strong>de</strong> “letrados” <strong>de</strong>dicados al <strong>de</strong>sempeño <strong>de</strong> la abogacía, la administración o a la<br />
cura <strong>de</strong> almas y a la ávida lectura <strong>de</strong> las obras teológicas y jurídicas; relegados en las<br />
ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> provincia, formarán una élite intelectual unida por la insatisfacción común.<br />
Económicamente inactiva, esta intelligentsia acapara un arma terrible: la ilustración, que se<br />
encuentra <strong>de</strong>positada casi exclusivamente en sus manos.<br />
(...)<br />
LAS CLASES TRABAJADORAS<br />
El pueblo trabajador, constituido por indios y “castas”, base <strong>de</strong> la pirami<strong>de</strong> social, sólo<br />
compartía la extrema miseria. El aumento <strong>de</strong> la riqueza a fines <strong>de</strong>l siglo XVIII había<br />
beneficiado a la oligarquía económica y, a la vez, agudizado los contrastes sociales. (...) En<br />
el campo, la expansión <strong>de</strong> las haciendas a costa <strong>de</strong> las tierras comunales <strong>de</strong> los indígenas<br />
había incrementado la <strong>de</strong>socupación y favorecido la creación <strong>de</strong> un nutrido peonaje para los<br />
latifundios. (...)<br />
Carentes <strong>de</strong> toda organización e ilustración, horros <strong>de</strong> medios propios para manifestar<br />
sus inquietu<strong>de</strong>s y sin suficiente cultura para hacerlo, los trabajadores <strong>de</strong> la colonia no<br />
adquieren conciencia <strong>de</strong> su situación oprimida. La obstrucción total <strong>de</strong> su futuro por las<br />
clases superiores no les franquea la proyección necesaria para compren<strong>de</strong>r su situación y<br />
trascen<strong>de</strong>rla.<br />
Precisarán que otra clase social les señale sus propias posibilida<strong>de</strong>s, <strong>de</strong>spertándolos a la<br />
conciencia <strong>de</strong> su estado; esa clase será la intelligentsia criolla. Por lo pronto, el pueblo sólo<br />
siente el dolor <strong>de</strong> su situación, cuyo peso impi<strong>de</strong> todo vuelo hacia el futuro; poco a poco<br />
ese dolor callado irá convirtiéndose en exasperación que lo pondrá al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> la irrupción<br />
liberadora. Bastará entonces que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> fuera, se proyecte ante sus ojos una posibilidad<br />
nueva, para que estalle súbitamente su impulso retenido. Ineducado por la posibilidad, el<br />
pueblo irrumpirá entonces en ella, embriagado por la sensación <strong>de</strong> la liberación <strong>de</strong>finitiva.<br />
Así, frente a la perspectiva reformista <strong>de</strong> las otras clases, el silencioso dolor <strong>de</strong>l indio y <strong>de</strong>l<br />
mestizo nos pronostica una tercera eventualidad <strong>de</strong> cambio mucho más amenazadora. (...)<br />
En 1808 un hecho insólito en la historia <strong>de</strong> los reinos hispánicos da la señal <strong>de</strong> que se<br />
manifiesten abiertamente actitu<strong>de</strong>s favorables a la In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia: por primera vez, la<br />
corona <strong>de</strong> España e Indias parece encontrarse sin cabeza. Los monarcas hispanos presos<br />
por Bonaparte, la metrópoli en manos <strong>de</strong>l tirano extranjero, el pueblo español se organiza<br />
espontáneamente dirigiendo la resistencia, mientras medio mundo contempla azorado la<br />
súbita <strong>de</strong>saparición <strong>de</strong>l vínculo regio que lo unificaba.<br />
En la Nueva España pronto se esbozan dos actitu<strong>de</strong>s opuestas. Mientras el virrey vacila o,<br />
al menos, trata <strong>de</strong> ocultar sus propósitos, los altos funcionarios <strong>de</strong>l gobierno y los<br />
comerciantes europeos enfrentan su criterio al portavoz <strong>de</strong>l <strong>grupo</strong> criollo: el Ayuntamiento<br />
<strong>de</strong> la capital novohispana.<br />
El criterio <strong>de</strong> los peninsulares es simplista: nada ha cambiado en Nueva España. Todo<br />
<strong>de</strong>be permanecer como estaba. ¿Para qué hablar <strong>de</strong> cambios y noveda<strong>de</strong>s? En el presente<br />
estado <strong>de</strong> cosas -manifiesta el Real Acuerdo- nada se ha alterado en or<strong>de</strong>n a las<br />
potesta<strong>de</strong>s establecidas legítimamente y <strong>de</strong>ben todas continuar como hasta aquí, sin<br />
necesitar nuevos juramentos <strong>de</strong> obediencia.<br />
CUADERNO DE ACTIVIDADES DE CONSOLIDACIÓN Y RETROALIMENTACIÓN<br />
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