cuaderno de actividades filosofia 2 - Sitio del grupo Web
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FILOSOFÍA II<br />
una sintomatología, hay que saber <strong>de</strong> antemano <strong>de</strong> qué se trata para po<strong>de</strong>r sacar partido <strong>de</strong><br />
ella.<br />
Pondré un ejemplo. En todos los tiempos se ha querido mejorar al hombre; en rigor, esto<br />
es lo que llamamos moral. Pero <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la palabra moral se ocultan ten<strong>de</strong>ncias muy<br />
diferentes. La domesticación <strong>de</strong> la bestia humana y la cría <strong>de</strong> una especie <strong>de</strong>terminada <strong>de</strong><br />
hombres, son un mejoramiento, y esas nociones zoológicas las únicas que expresan<br />
realida<strong>de</strong>s, pero realida<strong>de</strong>s que ignora el mejorador típico, el sacerdote, y <strong>de</strong> las cuales nada<br />
quiere saber. Llamar mejoramiento a la domesticación <strong>de</strong> un animal, suena en nuestros<br />
oídos casi como una broma. ¿Quién sabe lo que suce<strong>de</strong> en Zoología? Con todo, dudo<br />
mucho que la bestia resulte mejorada. Se la <strong>de</strong>bilita, se la hace menos peligrosa; con el<br />
sentimiento <strong>de</strong>primente <strong>de</strong>l miedo, con el dolor y las heridas, se hace <strong>de</strong> ella una bestia<br />
enferma. Lo mismo le suce<strong>de</strong> al hombre domesticado, a quien el sacerdote ha vuelto mejor.<br />
En los primeros tiempos <strong>de</strong> la Edad Media, en que la Iglesia era, más que nada, una casa <strong>de</strong><br />
fieras, se cazaban con frecuencia los hermosos ejemplares <strong>de</strong> la bestia rubia, se mejoraba,<br />
por ejemplo, a los nobles germanos. ¿Y a qué quedaba reducido <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> esto uno <strong>de</strong><br />
aquellos germanos a quien se había hecho mejor metiéndolo en un convento? A una<br />
caricatura <strong>de</strong> hombre, a un engendro; se había hecho <strong>de</strong> él un pecador, estaba enjaulado, se<br />
le había encerrado en medio <strong>de</strong> las espantosas i<strong>de</strong>as.<br />
Enfermo y miserable, se aborrecía a sí mismo, estaba lleno <strong>de</strong> odio contra los instintos <strong>de</strong> la<br />
vida, lleno <strong>de</strong> <strong>de</strong>sconfianza hacia todo lo que seguía siendo fuerte y feliz. En una palabra:<br />
era cristiano. Hablando fisiológicamente, en la lucha con la bestia, hacerla enfermar es<br />
acaso el único medio <strong>de</strong> <strong>de</strong>bilitarla. La Iglesia lo ha comprendido perfectamente: ha<br />
corrompido al hombre, le ha <strong>de</strong>bilitado y reivindica el mérito <strong>de</strong> haberle vuelto mejor.<br />
Fijémonos en otro caso <strong>de</strong> lo que se llama moral: el caso <strong>de</strong> la cría <strong>de</strong> una <strong>de</strong>terminada<br />
especie. El ejemplo más grandioso nos lo da la moral india, la ley <strong>de</strong> Manú, sancionada por<br />
una religión. Allí se plantea el problema <strong>de</strong> criar nada menos que cuatro razas a la vez: una<br />
raza sacerdotal, una raza guerrera, una raza <strong>de</strong> merca<strong>de</strong>res y labradores y, por último, una<br />
raza <strong>de</strong> servidores, los sudras. Es evi<strong>de</strong>nte que aquí no estamos entre domadores <strong>de</strong><br />
animales; la condición primordial para llegar o concebir el plan <strong>de</strong> semejante cría <strong>de</strong> razas,<br />
es una especie <strong>de</strong> hombre cien veces más apacible y más racional que la <strong>de</strong> los domadores.<br />
Se respira con más libertad cuando se pasa <strong>de</strong> la atmósfera cristiana, atmósfera <strong>de</strong><br />
hospital y <strong>de</strong> cárcel, a este mundo más sano, más elevado, más amplio. ¡Cuán pobre resulta<br />
y cómo hie<strong>de</strong> el Nuevo Testamento al lado <strong>de</strong> la ley <strong>de</strong> Manú! Pero también esta<br />
organización necesitaba ser temible, no en la lucha contra la bestia, sino en la lucha con la<br />
i<strong>de</strong>a contraria <strong>de</strong> la bestia, con el hombre que no se <strong>de</strong>ja criar, con el hombre <strong>de</strong> mezcla<br />
incoherente, con el chandala. Y para <strong>de</strong>sarmarle y <strong>de</strong>bilitarle tuvo que ponerle enfermo; era<br />
una lucha contra la mayoría. Quizá no haya nada tan contrario a nuestros sentimientos<br />
como estas medidas <strong>de</strong> seguridad <strong>de</strong> la moral india.<br />
El tercer edicto, por ejemplo (Avadana Sastra el <strong>de</strong> las legumbres impuras, dispone que la<br />
única alimentación permitida al chandala sea el ajo y la cebolla, puesto que la Santa<br />
Escritura prohibe darle trigo o frutos que tengan granos, y priva al chandala <strong>de</strong>l agua y <strong>de</strong>l<br />
fuego. El mismo edicto <strong>de</strong>clara que el agua que hayan menester no <strong>de</strong>be ser tomada <strong>de</strong> los<br />
ríos, <strong>de</strong> las fuentes ni <strong>de</strong> los estanques, sino tan sólo <strong>de</strong> los pantanos y <strong>de</strong> los aguaceros<br />
que <strong>de</strong>je en el suelo la huella <strong>de</strong> los pies <strong>de</strong> los animales.<br />
También se les prohibe lavar la ropa y lavarse ellos, porque el agua, que se les conce<strong>de</strong> por<br />
misericordia, sólo ha <strong>de</strong> servir para calmar su sed. Por último, se prohibía a las mujeres<br />
sudras asistir a las chandalas en el parto, y a éstas asistirse mutuamente.<br />
CUADERNO DE ACTIVIDADES DE CONSOLIDACIÓN Y RETROALIMENTACIÓN<br />
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