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eso tenemos dolores, enfermedades, angustias. Con nuestra nueva casa no sucederá nada de eso.<br />

Tu espíritu será libre <strong>para</strong> expresarte, por lo que no habrá aflicción alguna del alma.) porque no<br />

quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, <strong>para</strong> que lo mortal sea absorbido por la vida.<br />

(5) Mas el que nos hizo <strong>para</strong> esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del<br />

Espíritu.<br />

Ahí tienes tu escatología, ahí tienes tu arrebatamiento y todo el tiempo del fin. Y eso que no<br />

fuimos aún a Apocalipsis. Ese es el destino de la Iglesia transformada a su imagen. Hemos sido<br />

predestinados <strong>para</strong> ser adoptados y ser conformados a su imagen.<br />

016 - ¿Será como Adán o será como Cristo?<br />

Entiende esto que es básico, no ya como principio sino como cosa escrita, aprobada,<br />

comprobada y cierta: si el primer Adán produjo según su especie, (Y así fue), el segundo Adán<br />

también producirá según su especie. Lo dice muy claro en 1 Corintios 15:45-50.<br />

Así es que, según hemos manifestado la naturaleza de la carne, habremos de manifestar la<br />

naturaleza de lo celestial. <strong>La</strong> palabra celestial no indica dirección, sino origen de la materia. Habla<br />

de lo divino, no de una dirección.<br />

El cielo es la dimensión en la que vive Dios. Dios está creando, a través de gente obediente,<br />

una morada <strong>para</strong> expresarse adecuadamente en la tierra. Y cuando Él se exprese, señores, será<br />

cuando las naciones van a venir.<br />

Ese es el empuje hacia la posición futura. Me refiero a cuando toda tu personalidad está en<br />

armonía con el Espíritu de Dios. Cuando tu pensamiento palpita con el corazón de Dios. Cuando tu<br />

espíritu, tu alma, tu mente, tu cuerpo, tu acción, tus creencias, tu conducta reflejan lo que Dios haría<br />

en tu lugar.<br />

Entiende esto: es posible hacerlo porque Cristo lo hizo. Esas son las arras: que si Él lo<br />

hizo, yo lo puedo hacer. ¿En que me baso argumentalmente <strong>para</strong> decir esto que tal vez suena<br />

demasiado atrevido? En que más grandes cosas que Él deberé hacer yo.<br />

Eso, a primera lectura y con una mirada religiosa, hasta puede sonar como irreverente. Pero<br />

entiende por favor que, hasta que tú no creas que puedes hacer más que Cristo, no lo igualas. Es<br />

decir que en realidad tú no trabajas <strong>para</strong> Dios, eres coheredero y socio de Dios.<br />

¿Qué puedes exigir tú de una sociedad como esa? De hecho, lo haces, cuando le exiges a<br />

Dios que se comunique contigo antes de hacer nada en la tierra. Ese es el concepto de ser socios<br />

en el mismo “negocio”.<br />

Co-partícipes. Somos los administradores de su gracia, ¿No es así? Eso sí; no vayas a<br />

pedirle a Dios esa demanda, sin primero considerarte hijo. Cualquiera de nosotros podría adoptar un<br />

hijo, pero hasta que él mismo no te adopte como padre, no puede llamarte “papá” sin ser hipócrita o<br />

mentir.<br />

Esa es la realidad presente de la adopción, por la cual clamamos “Abba Padre”. Abba era un<br />

término que lo usaban con mucho cuidado. Abba era un nombre sagrado. Los judíos que hablaban<br />

griego decían “Abba” con mucha reverencia. Igual que el judío de habla hebrea decía “Yah” en lugar<br />

de Yahveh, porque no se atrevía a pronunciar el nombre.<br />

Significa Papá, o una terminología mucho más cercana y familiar, que sería algo así como:<br />

papito. Pero resulta ser que ellos no se encontraban dignos de llamar a Dios “Papá”. Porque <strong>para</strong><br />

llamar a Dios así, tenías que tener, primero, la responsabilidad de ser un hijo.

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