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77<br />
Entonces ahora el estado es peor que antes, porque ahora tenemos que pelear contra<br />
espíritus viejos y con los de hoy también. El de Babilonia, que ya debería haber sido echado fuera y<br />
que sigue siendo el mayor tropiezo <strong>para</strong> el establecimiento del reino.<br />
Fíjate que Martín Lutero, en el mil seiscientos, derribó todos esos ritos y derrotó a todo<br />
aquello que era buscar autoridad por medio de atavíos externos. Togas, mantos, mitras, bartolas,<br />
cruces de Drácula, cuellos clericales y qué se yo cuantas barbaridades más.<br />
Y él derribó eso, entendiéndose con toda claridad que eso no era Dios. Atención con esto: no<br />
hay absolutamente nada de malo ni en contra del atavío de las personas. Sólo cobra valor<br />
desmesurado si pasa a ocupar lugares que le corresponden a Dios mismo.<br />
Entonces los derribó. <strong>La</strong> mentalidad cambió en la iglesia, y fueron echados de esa<br />
generación. Y pasaron años y años y pensar que muchos todavía andan vigentes por allí. Están<br />
buscando una nueva casa, andan por lugares secos…<br />
¿Qué es lo que están buscando, en realidad? Simple. Están buscando un tiempo en donde<br />
pueda ser hallada una gente predispuesta a ser engañada. Un sitio en donde haya una alabanza<br />
que, con sus letras románticas y tristes no los deshaga en mil pedazos.<br />
¿Y adonde vienen a <strong>para</strong>r? ¡¡Pues al siglo veintiuno!! Ahora que estamos hablando de los<br />
apóstoles <strong>para</strong> levantar la verdadera autoridad de Dios, ¿Cuál es el <strong>para</strong>lelo? Mitras, bartolas,<br />
mantos y cuellos clericales, <strong>para</strong> decir que somos tal o cual cosa, cuando no son más que <strong>para</strong>lelos<br />
satánicos de Dios preanunciados <strong>para</strong> este tiempo.<br />
Es mucha la gente que busca al anticristo debajo de su cama o en el escritorio de su jefe en<br />
la oficina. Es la misma gente que espera las doctrinas de demonios a través de los canales de la<br />
televisión secular o las películas de Hollywood. Esa gente sólo se relaja en la iglesia porque allí se<br />
siente segura. ¡¡¡Allí se va a manifestar el anticristo y las doctrinas de demonios!!! ¡¡Es en el<br />
único lugar en donde se las van a creer!!!<br />
Buscando mentalidades que den descanso. Que digan: ¡No, aquí puedes manifestar! Fíjate<br />
que tú puedes echar a Jezabel de un lugar por medio de una alabanza profética, una alabanza<br />
gubernamental, una oración de pueblo entero y no manipulado por dos o tres personas.<br />
Entonces, en mi presencia no se manifiesta. Pero ella va a salir a ver en qué iglesia puede<br />
operar libremente sin que nadie la descubra ni la expulse. Y hallará algún sitio donde haya tierra<br />
seca, donde no haya revelación, donde no haya una alabanza capaz de desalojarla.<br />
Buscará un lugar donde no haya nada hostil a sus manifestaciones. Y allí es donde ella<br />
hallará descanso. Así es como operan los demonios. Tú los sacas de aquí y se te aparecen por allá.<br />
Con la mentalidad, el género, la generación, sucede lo mismo. Tú la expulsas de aquí y se va a<br />
<strong>para</strong>r allá.<br />
Por eso Dios dice: que no se repita la historia. Que nosotros recibiremos de esta generación a<br />
la mentalidad babilónica, recibiremos de esta generación la mentalidad religiosa, pero que podremos<br />
mantenernos en obediencia suficiente como <strong>para</strong> no ceder ante ella.<br />
Y no sólo no ceder, sino también combatirla, expulsarla, destruirla, derribarla y borrarla <strong>para</strong><br />
siempre de cualquiera de nuestros lugares de reunión. Esto es una parte de la extensión literal del<br />
reino de Dios en la tierra. Todo lo demás es puro entretenimiento y colorido pintoresco.<br />
<strong>La</strong> gente del futuro, ya va a tener que militar en contra de los demonios de sus propios días y<br />
tiempos. No necesitan volver a tener que pelearse con los mismos demonios con que la iglesia se<br />
viene peleando desde hace siglos. Los echamos, vuelven, los echamos, vuelven. El final no es así.