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286<br />

Todo esto está pasando junto a un río. Los ríos de la bendición de Dios pueden tener<br />

diferentes propósitos. Cuando el ejército de Gedeón llegó a un río <strong>para</strong> calmar su sed, nueve mil<br />

setecientos no supieron tomar el agua; se concentraron en el agua del río y se olvidaron de todo lo<br />

demás; y fueron enviados de regreso a casa.<br />

Aun en medio de la bendición y provisión de Dios, es posible cometer errores, y la mayoría<br />

de los del pueblo de Dios, siempre han cometido las mismas faltas. Eso es concentrarse en la<br />

provisión, mirando y buscando la bendición de nosotros, en vez de fijar la mirada en Dios y buscarlo<br />

exclusivamente a Él.<br />

Si hallamos al Señor, Él nos va a dar exclusivamente lo que necesitamos. Si buscamos el<br />

Reino de Dios y su justicia, Él va a añadir lo que fuere necesario. Si buscamos la provisión y la<br />

bendición, es posible que las hallemos por un tiempo, pero, también es muy probable que quedemos<br />

descalificados del verdadero Reino de Dios.<br />

Aquí es donde la cosa se vuelve complicada, pues nosotros sabemos que también Lucifer<br />

hizo lo mismo, pues tumbó la tercera parte de las estrellas celestiales. Pero nosotros también<br />

sabemos que somos creados <strong>para</strong> representar a Dios como Él es.<br />

En este sentido, la raza humana, en vez de ser unos ángeles que representen a Dios (porque<br />

un ángel es un representante), nos convertimos también en ángeles caídos, y frustrados. Nosotros<br />

no caímos desde el cielo como Lucifer, los querubines y serafines etc.; Adán nunca estuvo en el<br />

cielo, pero el cielo si estuvo con Adán y él lo perdió.<br />

Fue echado del <strong>para</strong>íso de Dios. Adán es de la tierra, y nosotros también somos del polvo de<br />

la tierra. Sin embargo, Dios quiere sembrar algo bueno en nosotros, y eso lo tenían bien entendido<br />

en Jerusalén.<br />

<strong>La</strong>s cosas estaban bien excepto que ellos cometieron un error fatal, y la verdadera gloria de<br />

Dios nunca volvió a ese sitio. Todo iba muy bien, excepto que ellos hicieron un “pacto de maldición”,<br />

un “pacto esclavizante de ley”. Hicieron un pacto entre todos los que iban a cumplir la ley de Dios, y<br />

lo que pasa es que el hombre natural no puede cumplir la ley de Dios, y cuando el hombre trata de<br />

cumplir la ley por su propia fuerza, las consecuencias de la ley se le vienen encima.<br />

<strong>La</strong> ley dice que el que falla en un solo punto, es culpable de todos los demás. El<br />

problema de fallar ante la ley, es que el que la cumple recibe la bendición, pero el que la incumple,<br />

recibe la maldición, y el hombre nunca pudo salir de la maldición, y la maldición llegó otra vez a<br />

Jerusalén. Por culpa de sus moradores, pero también por culpa de Alejandro Magno y compañía, que<br />

querían endiosar a la raza humana en vez de a Dios.<br />

Los unos por comprometerse a cumplir algo que no pueden cumplir, y los otros por querer<br />

abolir todo eso y decir: ¡Qué va a existir un Dios! ¡Nosotros somos dios! Decían: nosotros somos<br />

dios, vamos a crear un dios a imagen de nosotros, y con eso arreglamos el problema de todas estas<br />

exigencias tan terribles.<br />

Si los judíos no pueden cumplir; entonces, nosotros vamos a hacer unos dioses que van a<br />

ser como nosotros y que se enojan y cometen adulterio y hacen toda clase de bestialidades; así<br />

vamos a recobrar nuestro acceso a los ámbitos celestiales.<br />

Los ámbitos celestiales también están contaminados; por eso dice la Escritura que hay<br />

necesidad de unos cielos nuevos y de una tierra nueva. Hay cantidad de fuerzas espirituales, y<br />

muchas de ellas no son limpias.<br />

Hay personas que creen en lo milagroso, y no les importa cuál sea la fuente, y resultan<br />

engañados, porque cuando la persona no quiere recibir la Verdad, dice la Escritura, que allí, es<br />

cuando el gran engaño se apodera de ellos.

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