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268<br />
Muchos de nosotros nacimos en Babilonia. Todos los genuinos, pudimos verla tal cual es. No<br />
todos pudieron tomar la decisión de huir de ella. Los que se quedaron, es porque les convenía y en el<br />
fondo no creen que Dios vaya a cumplir con su palabra y derrumbarla. <strong>La</strong> ven demasiado fuerte. No<br />
conocen el verdadero poder y potencia de nuestro Dios.<br />
055 - <strong>La</strong> Fe no Puede ser Globalizada<br />
¿Te acuerdas de una estatua gigantesca con cabeza de oro, con hombros y brazos de plata,<br />
con vientre de bronce, con piernas de hierro, y con los pies en parte de barro cocido, mezclado con<br />
hierro que aquel rey mandó a construir <strong>para</strong> su adoración?<br />
En medio de ese raro sueño que luego le fuera interpretado debidamente, vino una piedra<br />
cortada sin manos, la cual se estrelló en los pies de la imagen y todo ello se derrumbó y<br />
desapareció, porque se los llevó el viento. Y la piedra creció y se formó una montaña que llenó toda<br />
la tierra.<br />
Hay una interpretación espiritual de todo esto, y es que, la cabeza de oro, era el rey y el reino<br />
de Babilonia. Después iban a venir otros reinos, cada uno inferior al anterior; lo cual quería decir que<br />
el hombre no estaría en un proceso de evolución hasta convertirse en una especie de superhombre;<br />
sino que estaría en un proceso de degeneración.<br />
Lo que Dios creó bueno se está deteriorando, hasta llegar a ser, apenas, unos pies de barro<br />
mezclados con hierro que no pueden caminar, que no funcionan, y que no cumplen con el propósito<br />
por el cual el hombre fue creado a imagen de Dios, y ahora quiere hacer imágenes por sus propias<br />
manos.<br />
El hombre religioso opta por construir imágenes de lo que supone existe en el cielo, (Aún<br />
contrariando la expresa voluntad de Dios al respecto) y luego las coloca en centros religiosos<br />
creados precisamente <strong>para</strong> financiar la adoración de esas estatuas.<br />
El hombre secular, mientras tanto, fabrica estatuas que son a su propia imagen y<br />
semejanza, y que la sociedad recibe con mucho beneplácito por considerarlas como actos de justicia<br />
por la determinada labor de un hombre. Los llama “monumentos históricos” y les rinde una especie<br />
de adoración humana que denomina homenajes y que cada uno de nosotros puede ver y evaluar en<br />
nuestros respectivos países.<br />
En cada caso, lo que podría parecer curioso pero que no lo es, ya que así fue desde<br />
Nabucodonosor hasta hoy, es que tanto el hombre religioso con sus estatuas pretendidamente<br />
divinas, como el secular con las suyas denominadas “próceres”, caen en la misma clase de idolatría<br />
pagana inaugurada por el rey babilónico: adorar la estatua y olvidar al Creador de todo.<br />
Hasta allí es donde llega el humanismo, y Dios está a punto de estrellar todo eso, de tal<br />
manera que no se pueda recuperar. Esto pasó con Nabucodonosor. Después de recibir el sueño y la<br />
explicación, después que Dios le destapó la sabiduría de cómo iban a salir las cosas, el rey elaboró<br />
una idea. Hizo exactamente lo que los hombres hacen, cuando tratan de interpretar las cosas de<br />
Dios con su propia sabiduría, en vez de pedir la sabiduría de Dios.<br />
¿Invento algo si digo que en la mayoría de lo que llamamos “nuestras iglesias”, en primer<br />
lugar se realiza una compulsa <strong>para</strong> que cada uno opine como se harán las cosas, luego se vota o se<br />
decide como hacerlas y, una vez terminado todo esto, se invita a orar <strong>para</strong> que Dios bendiga lo que<br />
ya esos hombres decidieron? ¿Así es como funciona? Todos sabemos que no. Y ellos también lo<br />
saben.