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295<br />
muy grande. A esto se refiere cuando dice la Escritura, que el día del Señor es un día grande y<br />
terrible.<br />
De la misma manera fue con Isaías, Juan y los demás Apóstoles, entre otros. Si nosotros no<br />
pasamos por allí, no podemos entrar en el Reino y en la herencia que el Señor tiene <strong>para</strong> con sus<br />
hijos. Pero éste es un ámbito donde la entrada no es obligatoria, donde no es por miedo ni por temor.<br />
Es un ámbito donde no podemos entrar por nuestro propio mérito. Podemos entrar en la<br />
Pascua o en Pentecostés por decisión nuestra, si aceptamos el plan de Dios, pero la única manera<br />
de entrar a los Tabernáculos, es siendo conformados al plan de Dios. Eso requiere de disponibilidad<br />
nuestra, pero si el Señor no obra y si el Señor no nos entra, no podemos entrar.<br />
No tenemos tiempo <strong>para</strong> repasar la lección de la semana de los siete días, pero eso es lo que<br />
está decretado sobre la raza humana. Siete mil años de historia hasta que haya cielos nuevos y tierra<br />
nueva; y está decretado, que después de seis mil años de historia, va a haber algo que se llama “el<br />
día del Señor, grande y terrible”, en el que esta piedra cortada sin manos, va a estrellar la imagen de<br />
todos los reinos y sistemas de los hombres. Los va a acabar y van a ser reducidos, y el Señor será<br />
engrandecido.<br />
Es un golpe dado en un espacio de tiempo, en el que el Señor va a recoger a todos los que<br />
hayan sido fieles durante toda esta abominación de los tiempos de los hombres. Pero la prueba<br />
mayor está por venir.<br />
Una cosa es ser fiel en la adversidad, y otra cosa es ser fiel en la prosperidad. Si no tenemos<br />
cuidado con una finca, con una empresa o con una emisora, y si ponemos a una persona que tiene<br />
residuos de egolatría en una de esas posiciones, con el tiempo, la persona se va engrandeciendo..<br />
<strong>La</strong> paz en el Reino de Dios se impone cuando Dios da la orden, no es algo que se negocia;<br />
no es que podemos llegar como rebeldes y ceder un poquito <strong>para</strong> que Dios ceda otro poquito, y<br />
lleguemos a una supuesta reconciliación, y así quedamos todos, supuestamente en paz.<br />
<strong>La</strong> verdadera paz, es cuando el Señor da la orden. “Mi paz os dejo”, “Mi paz os doy”, y si Él<br />
no da la paz, no hay paz; pues la presencia de Él impone la paz. En la Escritura, cuando llega un<br />
querubín de estos, esa es la representación perfecta de Dios desde el otro lado del velo.<br />
Ha habido mucha esclavitud en el pueblo de Dios durante mucho tiempo, y el Señor la ha<br />
utilizado <strong>para</strong> formar nuestro carácter, lo mismo que Él utilizó eso en el pueblo de Israel durante 400<br />
años de esclavitud en Egipto; pero llegó el momento de salir de Egipto. Estamos en el momento de<br />
salir del gobierno del hombre, aun de hombres con vocación de Dios.<br />
Eso es lo que el Señor está ofreciendo hoy, la posibilidad “a cada uno de<br />
nosotros”. Ustedes no pueden entrar, sólo porque escucharon o leyeron un estudio<br />
de alguien ungido; estos estudios realmente no sirven <strong>para</strong> mucho; apenas sirven<br />
más o menos lo mismo que si le transmitimos corriente a tu automóvil, al cual se le<br />
agotó la batería, y lo hacemos con una batería cargada.<br />
Pero si tú no arreglas el alternador; si ese vehículo no comienza a generar su<br />
propia energía; si tú no tienes tu propio contacto con el Señor; y si el Señor no está en<br />
contacto contigo; tú no vas a entrar.<br />
Tenemos estas fortalezas construidas por todas partes y se llaman iglesias, cuando la<br />
verdadera iglesia somos nosotros; y gastan todos los recursos en hacer esas fortalezas. En eso no<br />
se libra el pueblo evangélico, son más fanáticos <strong>para</strong> construir edificios, que cualquiera, y arman su<br />
propia fortaleza. .