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direcciones, ni teléfonos de la gente que llega. No tratamos de controlar a las personas, ni de<br />

anotarlos en algún registro. No se trata de eso.<br />

Entonces, he recibido llamadas de personas muy perplejas del por qué no tengo el teléfono<br />

de tal persona, o por qué no sé donde está. Pero, la verdad hermanos, es que no ando detrás de<br />

ustedes <strong>para</strong> controlarlos, ni de hacer actividades de detective <strong>para</strong> ver qué están haciendo.<br />

Entre semana ando por donde el Señor me guíe, y espero que ustedes estén haciendo<br />

exactamente lo mismo. Lo que estamos haciendo en este lugar tampoco es definitivo; no es lo que<br />

pensamos que el Señor tiene <strong>para</strong> nosotros como último fin. Estamos en una etapa de escuchar el<br />

mensaje con gran expectativa, porque viene un nuevo día.”<br />

Lo cierto es que palabras como estas no deberían impactarnos, ya que corresponden a lo que<br />

un verdadero y genuino hombre de Dios no sólo debe decir, sino también proceder. Oyéndolas, no<br />

podemos menos que pensar: ¿Tanto se ha corrompido la iglesia en su fuero íntimo? ¿Adonde ha<br />

dejado olvidadas las contundentes verdades bíblicas?<br />

Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad, y la libertad se puede usar de diferentes<br />

maneras. <strong>La</strong> libertad sirve <strong>para</strong> hacer la voluntad de Dios, y las personas que nunca han hallado esta<br />

libertad, jamás podrán cumplir con la voluntad de Dios.<br />

<strong>La</strong>s personas que son esclavas de sus propios deseos, de sus pensamientos y del sistema<br />

de este mundo (que se manifiesta en lo político, en lo religioso y en lo económico), jamás podrán<br />

cumplir con la voluntad de Dios.<br />

Entonces, donde hay libertad se presentan dos opciones: en primer lugar, está la oportunidad<br />

de hacer y de cumplir la voluntad de Dios; en segundo lugar, la libertad se puede usar <strong>para</strong> volver a<br />

entrar en una especie de zigzag entre los dos extremos característicos del ser humano.<br />

Uno de los dos extremos se llama Libertinaje, donde no hay ningún freno. El otro extremo se<br />

llama el Legalismo, donde el hombre trata por su propio esfuerzo de cumplir la ley de Dios, o la ley<br />

que él mismo hombre ha inventado.<br />

El que siembra corrupción va a cosechar problemas, desastres y destrucción al final, aunque<br />

le vaya bien por un tiempo. Pero nosotros, si somos verdaderos hijos de Dios, obraremos de la<br />

manera que Él obra. <strong>La</strong> manera de Dios de combatir, de implementar la guerra (porque estamos en<br />

una guerra) y de conducir esta batalla, es la de vencer el mal con el bien. Es verdad que hay que<br />

resistir al mal; pero no podemos resistir al mal con más perversión y con más injusticia.<br />

<strong>La</strong> injusticia se combate con la justicia; la mentira se combate con la verdad; la violencia se<br />

combate con el orden. Hay un legítimo uso de la fuerza, y hay otro que no es legítimo; pero,<br />

solamente Dios es el Juez. Solamente Dios puede juzgar los corazones.<br />

¿Sabes lo qué estoy diciendo? Que la vida de cada uno de nosotros va a incrementar el<br />

problema o va a aportar a la solución. Pero si alguien piensa o cree que puede ser neutral ante lo<br />

que está pasando a su alrededor, se encuentra en un engaño muy grande. <strong>La</strong> neutralidad no es, y<br />

no ha sido nunca, una opción. El ser humano o mejora, o empeora; pero no puede permanecer<br />

igual.<br />

<strong>La</strong> Escritura es muy clara al decir: De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo<br />

enviare, a mí me recibe; y el que a mí me recibe, recibe al que me envió” (Juan 13:20). Si lo<br />

miramos desde otro punto de vista, esto quiere decir que el que rechaza a esa persona que va en el<br />

nombre del Señor, rechaza al mismo Señor.<br />

<strong>La</strong> inconveniencia que hemos tenido aquí y en todas partes, es que hay quienes dicen que<br />

vienen de parte del Señor, pero en realidad, el Señor no les ha enviado. Hoy en día hablamos mucho

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