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272<br />

En el comienzo, era un madero donde los colgaban, y trescientos años después, aparecieron<br />

con la palabra “Cruz”, que es del “Tao”, símbolo del paganismo. Lo que el enemigo quería, era un<br />

Cristo muerto sobre un símbolo pagano, porque la Biblia no habla de ese modo de la cruz.<br />

<strong>La</strong> palabra en el griego es Estaros, que es estaca; y curiosamente, los que fueron<br />

aumentando el concepto del infierno, fueron los que amarraron, colgaron, y quemaron a millones de<br />

cristianos en una estaca.<br />

Ahora encontramos a personas con cruces de oro colgadas en su cuello, que piensan que<br />

eso es un buen talismán. Aún así y todo, ¿Colgarías de tu cuello la figura reducida del arma que<br />

acaba de terminar con la vida de tu hijo? Tenemos a muchos cristianos florecidos, muy capacitados,<br />

con muchos dones, pero esa no es la manera de discernir, la manera de distinguir a un verdadero<br />

cristiano; porque, es por el fruto del Espíritu, por la naturaleza, por el carácter de Dios, que el<br />

verdadero amor de Dios fluye.<br />

¿Cuántas personas se están dirigiendo a grupos enteros de miles de personas y no<br />

demuestran corazón de misericordia; no demuestran el verdadero fruto del Espíritu, aunque tienen<br />

mucha capacidad?<br />

Mucha capacidad humana, intelectual y aun espiritual. Por sus frutos los conoceréis, dice<br />

la Escritura. <strong>La</strong> cobertura de la religión no nos puede salvar ante cualquier peligro. <strong>La</strong>s doctrinas,<br />

aunque sean ciertas, no nos pueden salvar.<br />

Los hombres religiosos, a través de la historia, han sido expertos en matar a cualquier<br />

persona, que no crea en sus doctrinas; no solamente los de la inquisición, sino que el mismo Juan<br />

Calvino, mató en la hoguera a Miguel Servet, por una diferencia teológica acerca de la trinidad.<br />

Casiodoro de Reina, el primer traductor de la Biblia al español, se enojó con Calvino y éste,<br />

casi lo mata también. Tuvo que huir de Ginebra después de decirle a Calvino en su propia cara, que<br />

Ginebra se había vuelto otra Roma.<br />

Los antiguos tenían dos palabras <strong>para</strong> “hombre”. <strong>La</strong> primera, queda traducida en nuestras<br />

Biblias como “hombre”, y la segunda, queda traducida como “varón”. Y en el sentido original, el varón<br />

es noble; un varón nace libre, y un hombre corriente nace en esclavitud.<br />

Curiosamente, todos nosotros al nacer por primera vez por nuestros padres biológicos,<br />

nacemos esclavos a nuestra propia voluntad; y la única manera que tenemos de nacer libres, es de<br />

nacer por segunda vez, por la vida de nuestro Señor Jesucristo. <strong>La</strong> Escritura dice en Juan 8:36: Así<br />

que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.<br />

El Señor nos dio la soberanía, pero mira lo que nosotros hemos hecho con ella. <strong>La</strong> persona<br />

más pequeña, más insignificante que nazca en este planeta, tiene la capacidad de decidir por su libre<br />

albedrío, acerca de su propio ser; acerca de si va a apreciar la Verdad y a rechazar la mentira;<br />

acerca de si va a recibir la autoridad de Dios y la intervención de Dios, o no.<br />

No importa si es una persona que nace esclava; puede ser una persona que nazca en una<br />

tribu indígena, donde nunca se ha hecho mención del nombre de Jesucristo; puede ser una persona<br />

de una escuela militar; o de un seminario católico; o de una iglesia evangélica; todos tienen la misma<br />

oportunidad de recibir o rechazar la mentira.<br />

Todos tienen la conciencia de lo que Dios ha puesto en cada uno de nosotros. Nosotros<br />

tenemos la conciencia que nos dice lo que deberíamos hacer, y eso es lo que la gran mayoría de<br />

nosotros no hacemos.<br />

Todos optamos por ir en contra de nuestra conciencia, en un momento u otro. Si eso llegara a<br />

ser así, ¿Cuál sería nuestra respuesta? ¿Estamos dispuestos a inclinar la cabeza y a reconocer

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