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196<br />

Y ese término, “hasta que regrese al polvo”, nos indica el período de tiempo en que tendrá<br />

que sufrir las consecuencias de su pecado. De ninguna manera esto nos revela que ese volver al<br />

polvo sea una parte de la caída.<br />

Porque fíjate que sabemos que en una advertencia, Dios le dijo que el día que comiera del<br />

árbol que no debía comer, moriría. Sin embargo Adán comió de ese árbol y luego vivió<br />

físicamente muchísimos años más luego de hacerlo.<br />

Entonces queda muy en claro que su muerte fue espiritual. Cayó del Edén, dice la Palabra.<br />

Pero Adán no se cayó de este planeta a Plutón, Júpiter ni a ningún otro. De donde sí se cayó fue del<br />

ámbito espiritual en el que tenía comunión permanente con Dios <strong>para</strong> quedar se<strong>para</strong>do por una<br />

simple razón: Dios no tiene comunión con ninguna clase de pecado. Es bueno repetir esto por si<br />

a alguien se le ha olvidado.<br />

Entendiendo debidamente esto, debemos comprender que la obra de Cristo nos prometía una<br />

resurrección igual a la caída. Y no física o biológica, sino espiritual. Lo cual es en Cristo y en su<br />

resurrección en donde ya hemos obtenido ese preciado bien como soberana vocación y herencia.<br />

El ciclo de una vida no es un hecho aislado, es una ley universal. Y tú sabes tan bien como<br />

yo, que toda ley universal trasciende al tiempo. <strong>La</strong> semilla muere y produce vida vegetal. El día<br />

muere en la noche y viceversa. Lo mismo ocurre con las estaciones de los años y la vida humana y<br />

animal.<br />

Entiende que todo eso es estrictamente necesario tanto <strong>para</strong> la existencia como <strong>para</strong> el<br />

desarrollo del plan de Dios. <strong>La</strong>s células del cuerpo humano se renuevan cada cierto tiempo, y por<br />

esa razón es que las heridas que pueda producirse se cicatrizan y sanan.<br />

Todo el universo coopera con esta ley. <strong>La</strong>s generaciones se desvanecen y otras<br />

generaciones toman su lugar. Esto deja en evidencia la pobreza del hombre egocéntrico que hace de<br />

su persona un centro falso, ya que por sí mismo no es capaz siquiera de alterar un milímetro este<br />

plan.<br />

Un ejemplo en el mundo laboral es el que nos muestra que en el último siglo vivimos el<br />

nacimiento de la era agrícola. Luego esta era murió dando lugar a la era industrial, y en las últimas<br />

dos décadas hemos presenciado la transición de la era industrial dando paso a la era tecnológica.<br />

Ahora bien: si el hombre, (Y esencialmente el creyente), no transiciona juntamente con el<br />

avance del mundo, que es Cosmos, que es sistema, se verá afectado grandemente por<br />

consecuencias tales como las que hoy muchos están experimentando en el ámbito individual.<br />

Los Kairos (Tiempos) de Dios cambian de acuerdo al Pleroma (Plenitud). Dios, en su infinita<br />

sabiduría, colocó esta ley en efecto desde la creación: Cuando algo llega a su plenitud, clímax, o<br />

ápice, cede a un nuevo comienzo.<br />

Cuando se llena cada copa, se vierte su contenido y se comienza nuevamente con la tarea de<br />

llenado. Cristo, hablando a los fariseos, les comentó que Dios les enviaría más apóstoles y profetas<br />

<strong>para</strong> que pudiesen llenar la copa del pecado de sus padres.<br />

Esto dio lugar al fin del viejo Eón y el comienzo del reino del Mesías. Cada tiempo, cada<br />

generación, cada etapa de nuestras vidas individuales alcanzarán sus finales particulares, ya sea por<br />

obra de Dios, por errores personales o por consecuencias de la propia vida.<br />

Para decir la verdad, no es demasiado importante como llegamos al lugar en el cual nos<br />

encontramos, si entendemos que es un puente al sitio hacia donde vamos. Lo importante, no te<br />

quepan dudas, es nuestra actitud mientras cruzamos el puente.

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