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No podemos olvidarnos de ninguna manera, que los héroes de la fe que se inscriben en el<br />
capítulo once de la carta a los Hebreos, fueron encomendados por Dios, y nombrados como íconos<br />
de la fe sin haber obtenido el objetivo deseado durante sus días.<br />
Ejemplos, sobran. José no pudo ver la tierra, a Moisés no le fue permitido entrar, David no<br />
pudo construir el deseo de su corazón, Pablo no alcanzó la soberana vocación durante su vida<br />
terrestre, sin embargo todos obtuvieron gloria, fueron participantes de cada etapa del plan de Dios. Y<br />
cada uno fue fiel a su parte confiando que el cumplimiento corporal y eterno es obra de Dios y<br />
no nuestra.<br />
Hay algo que los cristianos tardamos un buen tiempo, (A veces nuestra propia vida entera) en<br />
entender y que es básico en todo este andamiaje general: El bien y el mal son transformados por<br />
Dios y obran <strong>para</strong> bien del plan de Él.<br />
Si a esto lo entiendes mal, te puedes caer en cualquier blasfemia o herejía total. Pero si lo<br />
entiendes bien, habrás dado un tremendo paso en dirección a la conclusión de tu tarea en la tierra.<br />
Ejemplo: hoy, poco a poco, vemos al mal dando lugar a la remoción de cosas hechas <strong>para</strong> que las<br />
inconmovibles se puedan reconocer sin ser ocultas por la cizaña.<br />
Los escándalos sexuales en áreas supuestamente “santas” que causan vergüenzas propias y<br />
ajenas. <strong>La</strong> corrupción creciente en áreas gubernamentales aún de países con alta presencia<br />
supuestamente cristiana. Aislamiento de países de <strong>La</strong>tinoamérica ingresando en el terreno de la<br />
degradación. Males.<br />
El mal que se revela claramente en estos asuntos produce, - Sin embargo -, el cambio<br />
necesario <strong>para</strong> que la corrupción llene la copa de su Kairos y sea removido de una vez y pueda dar a<br />
luz a un nuevo estilo de gobierno.<br />
El clímax del bien se encuentra en las palabras de Cristo, cuando Él dijo: Amar a Dios sobre<br />
todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo. Lo opuesto sería: terrorismo al inocente, autosbomba,<br />
hombres suicidas, vandalismo, destrucción masiva, etc.<br />
En medio de esto vemos a una generación que simultáneamente emerge de entre los<br />
escombros de una humanidad degenerante uniéndose <strong>para</strong> dar la vida por el cambio, donadores de<br />
finanzas <strong>para</strong> víctimas de los errores de otros hombres, gente que se juega su propia vida <strong>para</strong><br />
intentar salvar las ajenas.<br />
Gente reunida protegiendo la ecología global, miles de grupos asistiendo en la reconstrucción<br />
de sociedades, unidad en marchas no violentas opuestas a los viejos regímenes y una humanidad<br />
que cada día se acerca más a Dios en busca de respuestas en cuanto al verdadero propósito de su<br />
existencia.<br />
¿Y <strong>para</strong> donde mira ese mundo cuando se plantea la búsqueda de Dios? Indefectiblemente:<br />
mira a la iglesia. Lo que ve no te lo puedo decir yo, porque le sumaría acidez a algo que de por sí ya<br />
no es dulce, pero sí te aseguro que es más que suficiente como <strong>para</strong> que se lance a buscar<br />
otros dioses mejor representados.<br />
Un mundo que se está muriendo y, debajo de este, uno que emerge. Nosotros, que podemos<br />
considerarnos privilegiados de ser parte de ambos, podemos convertir nuestros fracasos y<br />
circunstancias amargas del pasado en la fuerza y sabiduría de nuestro futuro.<br />
Sin embargo, los ojos deben permanecer en el objetivo y no en el proceso. Cristo dijo que<br />
levantáramos los ojos <strong>para</strong> ver. A Abraham se le dijo levanta los ojos y cuenta tu descendencia.<br />
Levantar los ojos es alzarlos por sobre lo natural, no mirar un supuesto y azul “cielo”…<br />
Es imposible entender el producto si sólo analizamos un paso de su composición. El proceso<br />
nos introduce al dolor del desgarro, a la incertidumbre del momento, a la inestabilidad actual, pero la