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80<br />

No estoy haciendo protocolos ni jerarquizaciones eclesiásticas porque bien sabes que no<br />

comparto en absoluto con ello. Estoy aclarando un punto que se ha cargado más cristianos que el<br />

propio diablo, y que es el de suponer que porque tienes una credencial, por ejemplo, que dice “Pastor<br />

Fulano”, puedes agarrarte a puñetazos con cualquier demonio. ¡No es así!<br />

Tuve oportunidad de estar presente en una sesión de liberación de un joven atormentado por<br />

espíritus ligados a la droga. El pastor titular salió a pelear la buena batalla pero rápidamente quedó<br />

fuera de combate a partir de algo que el muchacho dijo (En realidad lo dijo el demonio que lo<br />

habitaba) y que afectó duramente al pastor, a su esposa y a terceros. El joven fue liberado, pero por<br />

alguien de cuarto nivel en la iglesia. No se dio jamás testimonio de esa victoria desde aquel púlpito…<br />

El Señor dijo, en su momento, algo así como: “Sí Pedro, como estás viendo bien, yo voy a<br />

permitir, ahora, que lo que tu veas y ates en la tierra sea atado en el cielo con mi respaldo,<br />

porque yo sé que desde ahora, lo que tú ates, es exactamente lo mismo que yo estoy atando…<br />

Eso, obviamente y como toda la escritura en su contexto y su plenitud, tendrá una expresión<br />

opuesta. Esa dice más o menos así: “Pero si yo estoy viendo a gente muy buena, pero que no<br />

está viendo lo que debe ver, no puedo darle la misma autoridad porque no sé si en algún<br />

momento dado no me atará lo incorrecto o me desatará lo contraproducente.<br />

Cuando tu discernimiento sea el correcto, - dice el Señor -, yo te respaldo. ¿Qué es lo<br />

que ves? ¿Qué es lo que sabes? ¿Quién dicen los hijos de los hombres que el Hijo del Hombre es?<br />

Mientras estaban equivocados, no pudieron tener absolutamente ninguna llave.<br />

Ese pasaje aún no se ha agotado. Hay un mundo de revelaciones que todavía no han sido<br />

iluminadas porque no son <strong>para</strong> el día presente. Esto habla de unas llaves corporativas, no de llaves<br />

individuales, pero ese es otro tema.<br />

Para atar a un principado, tenemos que cambiar los principios y los credos terrenales. Porque<br />

tú puedes orar contra un principado o contra un poder, pero si no cambia de manera de pensar,<br />

cuando tú te pones nuevamente en pie, ya el diablo vuelve a reinar en la mente de la gente.<br />

<strong>La</strong> estrategia correcta sería atar al demonio mientras cambiamos de manera de pensar<br />

respecto al asunto. Eso produciría una consecuencia lógica: cuando el demonio se suelta, (Porque lo<br />

hará) ya no tendrá mentes en las cuales ir a influir con sus formas malignas.<br />

El problema grave que tenemos nosotros es que preferimos orar, porque es menos<br />

trabajo, que responsabilizarnos como corresponde y debería ser por cambiar nuestras conductas y<br />

nuestras equivocadas formas de pensar sobre determinadas, puntuales y específicas cosas.<br />

Fíjate algo muy complejo: pese a que orar no es fácil y tú lo sabes muy bien, siempre será<br />

algo más sencillo que cambiar nuestros modos de proceder ante determinadas cuestiones. Y reitero:<br />

orar es difícil. No vayas a venir a decirme que orar es fácil. Si me dices que orar es fácil, tú no has<br />

orado todavía; sólo has parloteado a los aires.<br />

Por eso es que, lo que estamos diciendo, tiene que ver con una realidad: los cambios<br />

mentales echan fuera a estos demonios de nuestra generación. Pero lo que estamos buscando, es<br />

que nuestros hijos militen la buena batalla desde una posición de Jerusalén y no desde Babilonia.<br />

Por eso proponemos destrozar a esta mentalidad y tener posteridad. Tener una mentalidad<br />

multi-generacional, donde a esto que tú lees hoy aquí, lo pudieran estar estudiando los más<br />

pequeños en la más humilde y anónima de las escuelitas dominicales…<br />

Eso, <strong>para</strong> que ellos pudieran crecer con la misma mentalidad. Si vamos a producir<br />

conductores y pasajeros por igual, será menester que ambos tomen la misma dirección y apunten a<br />

los mismos objetivos. Para ello, deberán tener sí o sí la misma mentalidad.

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