Jornadas Internacionales de Transporte

90 GUSTAVO KIPPES
Contratos tipo Greenfield Project (BOT, BOO)
Este sistema se suele utilizar cuando el problema a resolver es un exceso de
demanda y no la falta de mantenimiento de las redes o de las instalaciones o aun la
cobranza del servicio. Mayormente, se usan para financiar obras tales como un nuevo
ramal o una terminal (antes di el ejemplo del túnel que atraviesa el Canal de la Mancha).
No encontré este tipo de contratos en los ferrocarriles, pero sí en otras industrias,
por ejemplo, en la del agua (se ha usado para la construcción de plantas de procesamiento
de líquidos cloacales o de plantas potabilizadoras). El contrato no es para la
administración ni para la concesión, es para realizar una obra determinada. El inversor,
el privado, lo que hace es tomar el compromiso de construir una obra, por lo cual obtiene
la posibilidad de operarla y la remuneración de lo que esa obra realizada produzca. Pero
es una remuneración garantizada por las unidades de producto se las compren o no,
porque es la única manera de minimizar el riesgo. Es decir, el Estado debe asegurar la
demanda del servicio a una tarifa que permita recuperar el capital invertido, los costos
operativos y el costo de capital. Luego de un plazo determinado, el privado deberá
devolver el activo al Estado. En este tipo de contrato, el inversor privado asume el riesgo
operativo, financiero y político; pero el riesgo comercial y regulatorio queda en manos
del Estado o de los usuarios.
• Transferencia total de activos
Constituye la máxima expresión de participación privada en la provisión de un servicio.
Este tipo de contrato es común en servicios públicos menos esenciales, pero no en
ferrocarriles, excepto en el caso del Reino Unido, donde se han transferido los activos de
las empresas de agua, eléctricas, de British Airways y de todas las empresas de ferrocarriles,
y en el de Chile.
Implica la transferencia sin devolución de los activos y de la responsabilidad total de
la prestación del servicio a una compañía privada. Por supuesto, con cláusulas de salvaguarda
por las cuales el Estado mantiene el poder de retomar el servicio en caso de
quiebra o falta grave que ponga en riesgo la continuidad de la prestación del mismo. Desde
el punto de vista de los riesgos que el privado asume, es similar al contrato de concesión,
pero al coexistir la reversión de la propiedad de los activos, se reducen substancialmente
los problemas de calidad de las inversiones, como los del fin de la concesión, ya que el
activo es de quien lo compró, y lo que le conviene es mantener las metas de calidad con
las inversiones correspondientes. Hace unos años, antes de la crisis de 2001, a Edesur,
cuyos activos son propios, se la sancionó por una falla de incumplimiento, por la que tuvo
que pagar muchísimo dinero. Si las empresas a las que se les han transferido los activos
tienen problemas de calidad, si no invierten de la manera adecuada, les caben sanciones
por incumplimiento de la calidad.