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cosas35 - The International Raoul Wallenberg Foundation

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Con el paso del tiempo, a la admiración que tenía por el abogado y<br />

al hombre público de vasta y profunda cultura, defensor genuino de los<br />

intereses de su país y de su comunidad, nació un sentimiento de amistad<br />

que me honra pensar que fue recíproco. Con mucha nostalgia recuerdo<br />

las cenas en el apartamento de la Rambla, con Nelly, rodeado por su bella<br />

familia, a la que, cual verdadero patriarca moderno, le deja la luz del ejemplo<br />

a través de su trayectoria y de su vida. Las veladas eran prolongadas<br />

pero la conversación -sobradamente dominada por el saber enciclopédico<br />

de Nahum- transitaba por los temas más diversos. Esa erudición no le iba<br />

en zaga a su espíritu amplio y generoso. Lejos de la mezquindad, Nahum<br />

compartía libremente sus conocimientos y su pensamiento en continua<br />

efervescencia. En modo alguno había allí una expresión de fatuo exhibicionismo:<br />

era la manifestación más genuina de su generosidad intelectual.<br />

Por razones que escapan a mi entendimiento, tuve el privilegio de ser –<br />

seguramente- uno de los pocos amigos que pudieron verlo al final y pasar<br />

una tarde con él en Miami, dos días antes de que el Señor lo llamara a<br />

disfrutar de la Luz Eterna. Acaso haya sido ésa la última larga conversación<br />

de Nahum. Fui hasta donde se encontraba reponiéndose luego de la<br />

intervención en Cleveland y antes del ansiado regreso al Uruguay. Fui con<br />

la idea de saludarlo –él estaba en reposo- y pensé que la visita sería breve.<br />

Me equivoqué: oscurecía cuando me retiraba luego de pasar la tarde junto<br />

a su familia. ¡Y no sólo porque a Nahum le gustaba explayarse a sus anchas!<br />

Me consuela lo que me dijo su hijo Mauricio al otro del día del deceso:<br />

el último obsequio que recibiera en vida fue el que le llevara esa tarde, una<br />

Mont Blanc, “para tus artículos en La República”. Recuerdo sus vivos ojos<br />

al momento que me iba de la casa de Mauricio. Era la tarde de ese viernes<br />

29 de Abril de 2011, vísperas de Shabat.<br />

Sé que nos encontraremos de nuevo, ¡Arrivederci Nahum!<br />

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Semblanzas de Nahum Bergstein

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