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cosas35 - The International Raoul Wallenberg Foundation

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jarnos al mar. En la confusión a Nelly le robaron el saco de piel que no sé por<br />

qué razón no llevaba encima. Se preparó descalzándose. Yo me “despedí” de mi<br />

valija y con un pequeño portafolio colgado al cuello (con documentos de mi<br />

oficina), logré tirarme al agua helada.<br />

Lo que vino después es difícil de narrar; es imposible saber cómo “aterrizamos”<br />

los tres en el mismo lugar. Nahum descendió a través de una cuerda y<br />

Nelly le seguía, la iba sujetando para evitar movimientos bruscos que pudieran<br />

afectar a su bebé. Nahum comenzó a nadar con Nelly amarrada a uno de sus<br />

brazos (¡Nelly no sabía nadar!). ¿A dónde se dirigía A una tabla en la que ya<br />

se habían instalado unas quince personas. No había más lugar pero el “traigo<br />

a una mujer embarazada” hizo que los restantes náufragos se apretujaran y así<br />

quedamos, si bien en el agua, agarrados del tablón.<br />

Por suerte, desde el barco habían lanzado (¿quiénes ¡porque el que tuvo esa<br />

idea nos salvó la vida!) una serie de tablones que sirvieron de “agarraderas” para<br />

ayudar a mantenerse a flote. Los recuerdo gritar: “tiren maderas al agua, tiren<br />

madera”. Cada pedazo de madera salvó una persona. Las tablas tenían un largo<br />

de 2 metros, más o menos, y un ancho aproximado de medio. Entre los que<br />

nos encontrábamos agarrados a esa tabla había también una niña de unos 3 o<br />

4 años. Éramos 18 personas, sólo conocía a Nahum y a Nelly.<br />

Todo eso es una triste imagen que a menudo me sigue flotando en la retina.<br />

En esos momentos de angustia Nahum, que parecía invadido por una calma<br />

glacial, pudo hacer algo que pocos pudieron en circunstancias tan apremiantes:<br />

pensar. Temía que nos sucediera lo que al “Titanic”. Según había leído,<br />

al hundirse, el buque podría formar un remolino que nos chupara como una<br />

aspiradora lo cual resultaría letal para su mujer embarazada. Por tanto, sugirió<br />

“empujar” la tabla y distanciarla del barco. Aún disponíamos de energías pero<br />

de pronto quedamos en medio de la nada pues perdimos de vista al “Ciudad<br />

de Asunción”, nuestra única referencia en una noche cerrada, helada y sin luna.<br />

Esto resultó un golpe demoledor para la moral: ¿quién va a saber dónde estamos,<br />

pensé. ¿Cómo harán para rescatarnos si las corrientes nos arrastran D’S<br />

73<br />

Semblanzas de Nahum Bergstein

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