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cosas35 - The International Raoul Wallenberg Foundation

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Río a San Pablo era muy moderno y cómodo. Fue un viaje relativamente<br />

corto y diurno.<br />

En San Pablo permanecimos sólo dos días porque si bien el dinero disponible<br />

nos hubiera permitido una estadía mayor, el servicio ferroviario<br />

que llegaba hasta la frontera con nuestro país -a Santana Do Livramento–<br />

partía sólo una vez a la semana.<br />

De ahí que la corta estadía en San Pablo resultara especialmente agradable<br />

y perdure en el recuerdo: porque pudimos pagarnos un buen hotel y<br />

comer en buenos restaurantes.<br />

El viaje de San Pablo a Livramento, por su extensión y por las condiciones<br />

en que debimos hacerlo, es inolvidable. El largo recorrido debía<br />

cumplirse en tres días exactos o sea que se esperaba que llegásemos a<br />

destino un miércoles, lo recuerdo, a las nueve de la mañana. Llegó sí el<br />

miércoles pero a las diez de la noche, con algo más de medio día de atraso.<br />

Dispusimos de un viejo vagón exclusivamente para nosotros y de un<br />

vagón-cama con unas 12 literas. No había vagón comedor, pero como<br />

paraba en diversas estaciones y a veces por más de una hora, en ellas nos<br />

proveíamos de alimentos. También de agua caliente para el mate. El tren<br />

no sólo se detenía en las estaciones; varias veces paró en medio del campo,<br />

sin motivo aparente; incluso después de media noche lo que nos permitía<br />

correr hasta la locomotora a vapor, para conseguir más agua caliente.<br />

El gran problema fue repartirse las literas. Determinamos que habría<br />

cuatro turnos cada 24 horas: de 8 a 14; de 14 a 20; de 20 a 2 de la madrugada;<br />

y de las 2 a las 8 horas. Los turnos fueron sorteados. No puedo<br />

recordar el turno que le tocó a Nahum pero sí que fue mejor que el mío<br />

que era el peor: el de las 8 de la noche hasta las 2 de la madrugada. Nunca<br />

me fui a acostar a las 8 porque ésa era una hora de algarabía en el vagón.<br />

Me retiraba a las 22 horas y no tenía más remedio que levantarme a las 2<br />

porque de lo contrario me tiraban de la litera. ¡Imagínese la espera para<br />

acceder al baño!<br />

57<br />

Semblanzas de Nahum Bergstein

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