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cosas35 - The International Raoul Wallenberg Foundation

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sabe dónde A la deriva, en el sentido más literal de la palabra, y entre tinieblas,<br />

nos aguardaba no se sabía cuántas horas flotando en un río gélido y oyendo voces<br />

desgarradoras pidiendo auxilio. El reloj jugaba en contra: ¿cuánto tiempo<br />

íbamos a poder resistir Era de noche y estábamos solos; comenzaba un nuevo<br />

capítulo de la odisea.<br />

La muerte de frío es una muerte “dulce”, casi placentera. Nada más te rindes,<br />

te dejas ir y ya. Es entregarse a los sueños y dejar de luchar.<br />

Nahum le masajeaba las piernas a Nelly. Las frotaba para evitar el entumecimiento,<br />

su fortaleza física resultó descomunal. Orinaba con frecuencia y eso<br />

tratábamos de hacer todos pues era una manera de calentar el agua aunque más<br />

no fuera por uno o dos minutos, a veces ni siquiera eso. Todos sabíamos que<br />

el ejercicio –mover las piernas- ayudaba a la circulación de la sangre y a la temperatura<br />

corporal; pero con el transcurrir de la noche, las fuerzas comienzan<br />

a abandonarte. Por más ejercicios que hagas, todos sabíamos que no podrías<br />

practicarlos “para siempre”.<br />

- ¿Dónde está mi hija – gritó la mamá de la niña que venía con nosotros en<br />

la tabla. ¿Dónde está ¿Dónde<br />

El silencio era atronador. Al advertir que se había desprendido y que ya no<br />

estaba sujetada a la tabla, la mujer se dejó ir ella también. Nadie dijo nada ni<br />

pudo hacer nada por salvar a una niña que se había escurrido sigilosamente.<br />

¿Qué se decían Nahum y Nelly Empiezo por decir que en esas interminables<br />

cuatro horas en el agua, ella no recordó la circunstancia de<br />

encontrarse preñada. Pulsión de vida químicamente pura. Cuando saltó al<br />

mar, el feto dio un sacudón pero después no se supo más de él ni dio señal<br />

alguna que atrajera la atención. Al revés de tantos otros, Nelly y Nahum<br />

estaban seguros que se iban a salvar aunque en esos momentos, al menos<br />

para mí, no estaba claro cómo. En algún momento comentaron algo sobre<br />

sus dos hijos pequeños que quedaron en Montevideo, pero guardaban la<br />

convicción de que tarde o temprano los rescatarían. Ese era su ánimo durante<br />

las primeras horas.<br />

No estamos solos

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