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cosas35 - The International Raoul Wallenberg Foundation

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A comienzos de los 90', en uno de mis eternos retornos al Uruguay, conversamos<br />

sobre un libro que ambos acabábamos de leer: Chutzpá de Alan<br />

Dershowitz, obra que a ambos nos había interesado.<br />

Muy poco después me comentó, en passant, que pensaba escribir algo<br />

que oscilaba entre reflexiones y memorias personales; de hecho, ya había<br />

comenzado a hacerlo. Le recordé entonces la conversación que habíamos<br />

tenido sobre el libro de Dershowitz, sobre su calidad de abogado y sobre<br />

los pasajes en que hacía hincapié en su condición de judío en el medio<br />

norteamericano y sugerí que quizás la lectura de ese libro –y algunos paralelismos<br />

entre su autor y él- le habrían impulsado a dar a conocer sus<br />

propios testimonios. Nushe se sonrió y no me contestó nada; pero en mi<br />

siguiente visita desde México me regaló un ejemplar de su libro, recién<br />

publicado, comentándome sólo que leyera los pasajes en los que hablaba<br />

de mi madre, su tía.<br />

Mi trabajo en las Naciones Unidas me alejó del Uruguay durante gran<br />

parte de mi vida adulta, aunque todos los años volvía al país (salvo durante<br />

los años más pesados de la dictadura); y en todas esas ocasiones me<br />

resultaba natural encontrarme con Nushe. Quiero tratar de explicarme;<br />

no se trataba de amistad, que la había, sino que era más bien una cierta<br />

empatía -que estoy seguro que era compartida- derivada de un inexpresado<br />

reconocimiento de ser parte de una misma historia; que nos unían lazos<br />

invisibles que trascendían discrepancias, que también las había, y grandes;<br />

que compartíamos, sin decirlo y quizás sin ser conscientes de ello, una misma<br />

necesidad de transmitir a nuestras familias nucleares el mensaje de un<br />

judaísmo esclarecido, recibido a su vez en el seno de la familia extendida<br />

(No es un azar que cuando niño, en la única experiencia de sonambulismo<br />

que recuerde, mi padre me despertara ya en el umbral de la puerta de casa,<br />

y lo único que atiné a decirle entonces fue: “Nushe me llama”).<br />

Es extraño; salvo los años de la niñez, nunca estuvimos demasiado tiempo<br />

juntos, Nushe y yo, y sin embargo hoy que sé que no está con nosotros,<br />

No estamos solos

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