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cosas35 - The International Raoul Wallenberg Foundation

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principal deporte se hacían presentes en los almuerzos familiares a viva voz,<br />

provocando el desagrado lógico de quienes no sentían esa misma pasión.<br />

Como en tantos otros temas, también en materia futbolera mi abuelo tenía<br />

un pensamiento propio y una visión articulada de lo que sucedía en el<br />

campo de juego.<br />

Así fui sabiendo de sus tardes en la Platea América en los años 60’<br />

yendo a ver a Peñarol o a Nacional indistintamente, siempre con su amigo<br />

inseparable Óscar. Uno manya, el otro bolso (¡eran socios de los dos<br />

cuadros!). Aquella recordada delantera del Peñarol de entonces pasó a ser<br />

parte integrante del paisaje familiar. Por ahí también supe que la habilidad<br />

de Sanfilippo le inspiraba un temor reverencial. Menos mal que el “Nene”<br />

no jugó mucho.<br />

Para todos, siempre hay un jugador que se convierte en emblema de<br />

su generación y de su época: para mis tíos fue Fernando Morena, para mi<br />

abuelo fue sin duda Alberto P. Spencer: “…al principio la hinchada no<br />

lo quería, decía que era ‘maula’ porque cuando venía a la carrera y Baeza<br />

le tiraba un patadón, él saltaba y seguía corriendo, nunca volví a ver una<br />

zancada como la del ecuatoriano, parecía la de una pantera en la selva…”.<br />

(Hace algunos años, preguntado por un periodista quién le gustaría ser si<br />

le tocara volver a nacer, mi abuelo respondió sin esfuerzo: “Spencer, un<br />

Spencer judío”).<br />

Como ya dije, a partir de ese lejano 1993, Peñarol, la actualidad del<br />

equipo y sus jugadores, empezó a ser parte de nuestra cotidianeidad. Más<br />

que eso, era el punto de inicio de cualquier charla, el arranque para hablar<br />

de otra cosa -o no-, algo que en definitiva siempre servía para romper el<br />

hielo del silencio. Porque era un tema de interés común en el que ambos<br />

-¿quién no- tenía su propia opinión formada: de ciertos jugadores, de<br />

cómo tenía que formar el equipo, y cosas por el estilo.<br />

1995 fue un año de vueltas olímpicas y festejos alocados. En una noche<br />

de junio Peñarol y el sorprendente Liverpool jugaban la final del torneo<br />

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Semblanzas de Nahum Bergstein

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